Por Fidel Maguna | Ilustración: Nair Farina
No consigo hacer entrar a la mosca en el poema.
He lidiado con bueyes, buitres, gatos y leones
-que bramaban y rugían en nombre de la vida-
mas ante la mosca, hoy la única implacable, estoy atado.
¿Ceñidos a su lomito negro están mis hijos?
¿Los hijos que no han nacido temblarán por mis errores?
Nosotros, que tenemos en común el acto de espantar insectos
(y cierta manera de vivir con las palabras)
sabemos bien lo circular de la miseria.
Mientras tanto la mosca zumba
con lo que sea que cargue entre las alas.
Zumba y me atrapa, al no atraparla, en la vigilia.