Poesía | Transcripciones: cinco poemas de Eduardo D’Anna - Las banderas en no He soñado para la flaca victorias que a ella no le interesan, pasiones que no le incumben, papeles brillantes o sórdidos que no me permite explicar. Ella nomás va por los pinos en busca de la gente, y todos despliegan sus banderas, adelante, detrás y a los costados de la flaca. […]

Las banderas en no

He soñado para la flaca
victorias que a ella no le interesan,
pasiones que no le incumben,
papeles brillantes o sórdidos
que no me permite explicar.

Ella nomás va por los pinos
en busca de la gente,
y todos despliegan sus banderas,
adelante, detrás y a los costados
de la flaca.
Pero ella mira las manos
que sostienen las banderas,
las banderas en sí
no le interesan.


Casa chorizo II

Ellos, esas personas
son la única prueba
del pasado. Y morirán.
¿Qué seremos? Es posible
ver la demolición, esa palmera
del jardín del fondo, apareciendo,
radiosa, antes de ser ejecutada.

Es increíble que podamos entender
lo que va a pasar, claramente,
y no lo que ha sucedido. ¿Qué
ha sucedido, en verdad, cuando
los perros fueron traídos, todavía
cachorros, qué vieron sus ojos
poco hábiles, qué olfatearon?


Triunfal

Vengan, ojos, y vean
como el pueblo despierta:
antes del sol y de la luz
las cobijas son apartadas,
el cuerpo de la compañera
es apartado, y el frío dice:
éste soy yo. Y las cocinas
se encienden, cocinan
y calientan, y aparece
el mate cocido, y hay un hombre que se levanta
y hay una mujer
que lo ayuda a levantarse.
Es mi pueblo que se despierta
aún antes de que aparezca la luz.


El camionero Noelio y la vedette Afrodita la nueva

Encima del tablero
abajo un poco del parabrisas
algo a la derecha del volante
vive la mujer desnuda.

Ella viaja por el mundo entero
sin perder su sonrisa
y sin vestirse
es perfecta
y está impresa en un cartón.

Noelio sabe que su cabina
es el Partenón de la diosa
y que jamás ningún templo antiguo
sirvió para transportar cajones.

Noelio silba, mira
la inmensidad en las nubes
y mientras la mujer le sonríe
él dobla para entrar en el pueblo.


Ejercicio de oscurecimiento

Con una mezcla de miedo y resistencia
en un segundo se apagaron las luces.

Algunos cigarrillos brillan en la oscuridad.
Los vecinos pasean. En sus cabezas
pasean también las imágenes
de una guerra futura.

Londres, en medio de la nieve,
tiene que haber sido distinto.

Hoy el viento se lleva el calor
en la noche de verano,
y a la luz de la luna los árboles
se sostienen leales
en medio de una especie de tristeza.

Collage D'anna


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