Crónicas | Cabral: soldado heroico de la Paz y la Guitarra - Sonidos y silencios Facundo Cabral es una de esas figuras populares que solo muy de vez en cuando cobra notoriedad. Solo entonces, en el marco de alguna fecha conmemorativa, se hacen repasos de su vida y trayectoria. Nuestro compañero, sin mayores motivos, se lanza a recorrer la figura de este maestro de la palabra. Por Emanuel Rodríguez […]

Sonidos y silencios

Facundo Cabral es una de esas figuras populares que solo muy de vez en cuando cobra notoriedad. Solo entonces, en el marco de alguna fecha conmemorativa, se hacen repasos de su vida y trayectoria. Nuestro compañero, sin mayores motivos, se lanza a recorrer la figura de este maestro de la palabra.

Por Emanuel Rodríguez

“Cada mañana es una buena noticia, cada niño que nace es una buena noticia, cada hombre justo es una buena noticia, cada cantor es una buena noticia, porque cada cantor, es un soldado menos…”

 
F. Cabral
 
 
Hoy vine a escribir la historia de un hombre, de un cantautor, de un escritor, de un vagabundo first class (como él se definía), de un sabio, de un argentino, de un filósofo, de alguien que supo reír, de alguien que resistió el sufrir… esperá un poco, no quiero ponerme melancólico, romántico, cursi, o todas esas cosas con las que te tildan si tratas de emocionar a alguien, porque para eso estoy escribiendo, para hacerte sentir algo, aunque sea felicidad, tristeza o algo… además él siempre decía: » Por el mundo caminado, he podido comprobar que el que fácilmente halaga, fácilmente insultará», entonces arranquemos de nuevo…

Hoy vine a escribir la historia de un buen tipo, que siempre contaba que su madre decía: “Si los malos supieran qué buen negocio es ser bueno, serían buenos aunque sea por negocio”. Fue mudo hasta los 9 años, analfabeto hasta los 14, enviudó trágicamente a los 40, conoció a su padre a los 46, que la UNESCO lo declaró “Mensajero mundial de la paz”, y tantas otras cosas que quizás un libro no me alcanzaría para contarte… igual me tomo el desafío de contártelo en un simple artículo…

Facundo nació en La Plata, era hijo de Sara, una mujer sencilla, humilde y según él contaba, eternamente sabia, que tuvo que criar sus hijos sola, porque un día antes de que Facundo nazca Rodolfo (el padre) se fue de la casa.

Para que no digas después que no te avise, Cabral tuvo una vida extremista e intensa; una vida muy triste, pero que supo llevar adelante, afrontando contra todo y todos, hasta que un día se cansó de enseñar de la vida y el destino por equivocación o porque Dios dijo que así tenía que ser dejó físicamente este mundo para dejar su mensaje como un himno que suena en las casas de los que un día lo dejaron entrar.

No quiero hacer una crónica de Facundo Cabral, simplemente vengo a contarte los sucesos más importantes y algunas frases y anécdotas que el algún día me llenaron de alegría, reflexión, tristeza y admiración por su sabiduría.

Desde chico tuvo una vida complicada, el contó una vez que hasta los 9 años no habló porque no tenía nada que decir, hasta que una vez sacó todo lo que acumulaba de golpe. Por razones económicas empezó a caminar por nuestro país y el primer destino fue el sur.

De muy chico, a los 7 años, se fue de la casa para dedicarse a trabajar. Era un niño aun con pocos conocimientos, pero con muchas ganas de aprender. Una vez conto que la madre, antes de dejarlo subir al tren en la estación, le dijo: “este es el segundo y último regalo que puedo hacerte; el primero fue darte la vida y el segundo la libertad para vivirla”.

Y así caminó siempre, con un libro de Borges (quien después fue su amigo), otro de Whitman (su referente), siempre en compañía de Dios y Gandhi, empezó a mirar las cosas de otra manera, o desde un lugar diferente. Hay veces que al escucharlo se me cruza por la cabeza como puede una persona decir tantas verdades profundas de una manera tan sencilla y sublime.

A los 9 años, llegó a Buenos Aires… sin trabajo, sin plata, como quien dice con una mano atrás y otra adelante, y preguntó dónde podía hablar con Perón, a lo que un viejito le dijo que al día siguiente lo encontraría en la Plata en un acto. Y justo en una esquina, entre la multitud le grita: ¡Coronel! ¡Coronel! A lo que Perón detuvo su auto y le dijo: ¿Qué te anda pasando?… y Facundo dijo la frase que fue cabecera en su vida… ¿hay trabajo?… y Evita que estaba al lado en el auto le dijo: Por fin alguien que pide trabajo y no limosna, y ordenó a sus guardias que se encarguen de él y de su familia y que le diera trabajo. Al día siguiente tenía trabajo y hogar en una escuela de Tandil, y trajeron a su madre a la ciudad para que pueda vivir con él.

Era marginal, rebelde, agresivo, a tal punto, que a los 14 llegó a estar encerrado en un reformatorio, en el que había que realizar ciertas tareas, y el pidió estar en la zona de la biblioteca y encontró allí a sus aliados perfectos, “los libros”, que le abrieron el camino a un nuevo mundo, lleno de ideas, de historias, de palabras, de pensamientos, de vida, porque él siempre decía: “La ignorancia es un modo inconsciente del mal”.

Años después consiguió trabajo en un hotel de la costa, y una noche el dueño le dijo si no quería tocar en el bar del hotel con su guitarra, a lo que él respondió que sí, y ese fue el puntapié inicial del artista, que se cantó una de Yupanqui, y luego una de Larralde… y así siguió cantando sin parar, primero con el nombre de El Indio Gasparino y luego con el nombre con que su madre lo llamaba: Facundo Cabral.

En ese mismo momento de la vida, aparece un linyera en su camino (que no se sabe si fue verdad o un personaje que había inventado) que le hizo a conocer a Dios, y le cambió el mundo para siempre. A este linyera lo nombró en casi todos sus conciertos para dejar alguna enseñanza que quizás su propia experiencia le había dejado.

Y enseguida llegó el éxito, de la mano de lo que hoy es un himno de la canción, que ya fue grabada en 9 idiomas e interpretadas por los más grandes artistas como Alberto Cortez, estoy hablando de “No soy de aquí, ni soy de allá”.

Cuando todo parecía encarrilarse en su vida, siendo conocido en todo el país como un cantautor de protesta, en 1976 debe exiliarse con la entrada del gobierno de facto y el lugar en el mundo que lo esperaba era México. De ahí en más vagó por el mundo entero (más de 159 países y en varios de ellos por mas una vez) mostrando su música, su cultura, su pensamiento…

Fue largo el trayecto, pero lo llenó de anécdotas y de gente que él nunca pensó que iba a conocer como George Branssens, Rainiero, Krishnamurti, la Madre Teresa de Calcuta y Borges con quien tenían una admiración mutua.

Anecdotario…

Con Borges

“Cuando le pregunté a Borges por qué no había libros suyos en su biblioteca, me dijo: porque sigo teniendo el hábito de la buena lectura.

Cuando le pregunte qué le había parecido Arreola, que acababa de visitarlo, me dijo: es un verdadero caballero, me dejó dos o tres silencios.
Cuando le pregunté por Cien años de soledad, que le habían leído, me dijo: los primeros cincuenta años son memorables…
Al verme asombrado por su presencia en mi concierto, Ray Bradbury (Escritor de Crónicas Marcianas) me dijo: “me asombra que se asombre de encontrar un Bradbury viniendo de un país que tiene un Borges que es asombroso”.

Con la madre Teresa de Calcuta

“Pregunté a la Madre Teresa en Calcuta: ¿cuándo descansa? y me dijo: Descanso en el amor. Le pregunté: ¿cuál es el lugar del hombre? y me dijo: Donde sus hermanos lo necesitan. Le dije: nunca la escuche hablar de política, y me dijo: Yo no puedo darme el lujo de la política, una sola vez me detuve 5 minutos a escuchar un político, y en esos 5 minutos se me murió un viejecito en Calcuta.
Cada vez que yo entraba a la casa de la Madre Teresa, sentía que Dios recién había salido.
Una señora, impresionada por verla bañar a un leproso, le dijo: yo no bañaría a un leproso ni por un millón de dólares, a lo que Teresa contestó: Yo tampoco, porque a un leproso solo se lo puede bañar por amor.” 


En Estados Unidos, un lugar que sorprendió y enamoró a Facundo, conoció a Barbra, una mujer hermosa con 22 años menos que el, con quien según cuenta mantenían una relación muy abierta y flexible, pero que estaban más unidos que nadie y no existía para ellos cosa más linda que estar juntos. Un día Barbra le comenta que estaba embarazada, pero el destino le tenía preparada otra mala parada a Facundo, y en un accidente aéreo su amada embarazada perdió la vida.

“…Yo hablaba ocho idiomas, pero me los olvidé todos. Bajé treinta kilos, perdí la vista. Estuve dos años así. Un día fui a ver a Krishnamurti. Le conté lo que me había pasado y me dijo: «Te envidio». Te envidio, me dijo. «Siempre te quita lo que más amás. ¡Cómo te envidio! Qué tarea debe tener pensada para vos. Toda pérdida es una liberación. La vida no te quita cosas. Te libera de cosas». Mi madre murió hace veintiún años. Y no tuve dolor. Sentí liviandad. Era tan grande el amor que sentía por mi madre, que era una cadena”

Junto con la democracia volvió a la Argentina, ya siendo una figura mundial y realiza una gira exitosísima por el país que incluyó conciertos en el Luna Park y en el Estadio de Ferrocarril Oeste. Luego llevó el espectáculo a Europa, y en España precisamente encontró su punto más alto de reconocimiento.

En el 94, salió de gira con Alberto Cortes, su amigo, con “Lo Cortez no quita lo Cabral”, un espectáculo alucinante, que combinaba las canciones y la voz inigualable de Cortez, y las letras y el humor inalcanzable de Cabral.

En el 96, como si fuera poco todo lo que había sufrido, le diagnostican cáncer, y debe ser intervenido quirúrgicamente. Él decía: “eso está en mi organismo, no en mi cuerpo. Es tan chico esto al lado del mundo que tenemos que no vale la pena que nos distraiga. Mi madre estaba muy enferma y el médico le preguntó ¿Cómo está Sara? Y ella le respondió: yo bien, el que está mal es mi cuerpo”. Además su vista se siguió deteriorando. Pero nunca bajó los brazos, nunca se mostró derrotado por la vida que le venía pegando muy duro. Uno de sus versos decía “… Bienaventurado el que sabe que compartir un dolor es dividirlo y compartir una alegría es multiplicarla.» 


Su vida siguió no tan intensa, pero siempre abocado a su gran amor, la música, realizando recitales por todo el mundo. Pero con 74 años, mientras realizaba una gira por Guatemala, en el año 2011, fue asesinado por sicarios junto con quien comandaba su gira latinoamericana. Las causas aún no se aclararon. Pero el sostenía: “la muerte no existe, Dios es una buena persona y no iba a poner una muerte para castigarnos…”

Y así finalizó el camino de hombre con todas las letras, uno de los que quedan pocos y cada vez se necesitan más, como reza Galeano: «Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo», y Facundo era uno de ellos.


De más está invitarte a que en cualquier portal de internet o en la televisión te tomes aunque sea 5 minutos de tu vida para sentarte a ver un recital de Facundo, y te puedo asegurar que se te va a pasar una hora y no te vas a dar cuenta, porque tenía la facilidad de decir las cosas de una manera particular, y que de un segundo a otro pasaba de hacerte reír a hacerte llorar.

Este fue un simple homenaje de alguien que lo descubrió un día y dejó entrar a su casa su enseñanza a través de su música, que lo describía de pies a cabeza, y haciendo referencia a esto voy a terminar mis palabras para dar paso a las de su madre que poco antes de morir le dijo: “Muero contenta, porque cada vez te pareces más a lo que cantas”…

Fragmento de una canción que lo pinta de cuerpo entero:

El mal, yo digo el mal y soy el miedo…

El sol, yo digo el sol y soy el fuego…

Dolor, dije dolor y del dolor fui prisionero…

Amor, yo dije amor y fui color libre en el cielo.
Ah y no me quiero olvidar de contarles que él siempre sostuvo que había sido un tipo muy afortunado… Yo les había avisado que Facundo Cabral los iba a hacer reflexionar… Sigo pensando.
 


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