Unas vibraciones que se meten en la piel, que corren fuerte como si fueran un torrente, que dejan marcas, zonas de cosquillas, registros de su paso, una melodía. Un lenguaje, silencios, variaciones, intervalos, ruidos, también, algo que se dice, se presiente. Estar, simplemente, como el mar.
Poema: Rocío Ranciari | Ilustración: Emilia Repetto
Viajamos al mar.
Pasamos los días bajo un techo verde inmenso.
Los árboles dejaron caer entre sus ramas hilos
de luz todavía tibia sobre nosotros.
Hablamos mucho y cuando el silencio vino
le permitimos expandirse. Volvimos juntos al juego.
La voz del océano nos quedó resonando en la piel.
Entendí que la amistad emociona
y que la emoción es la forma en que el Mundo nos habla.