Las cosas cotidianas:
este sillón, esta mesa
y esta soledad inventando excusas
para justificar una trompada al aire.
«Todo placer ha muerto»,
gritó un ser de nylon.
Siempre blancas tiemblan las casas.
Con razón el corazón se estruja fuerte.
***
El delito lame el poste de la esquina,
se sube al auto y va
civilmente
al supermercado.
Sin placas ni
certificado.
Las ópticas se lotean.
La paz raza
depara en compraventa de garaje:
dos remeras viejas de fútbol
y un par de mocasines.
En el área forcejean
la realpolitik y sus fabuladores.
La credulidad revende entradas en la puerta.
Hasta los pájaros apostaron por el más fuerte.