Crónicas | Cool Confusion en el D7 - Por Clara Catelli

Los dioses paganos se juntaron en un mismo lugar para aguantar las temperaturas del febrero rosarino. Nadie puede quedarse quieto y ellos, acovachados en los secretos que la música dispara, mueven sus pieles aguantando el agua que les cae. Panamá les atraviesa el cuerpo sin que puedan advertirlo y cuando entienden lo que sucede, ya es demasiado tarde.


El 7 de febrero fue domingo, pero uno distinto: domingo de carnaval. Y con mis amigas nos fuimos al Distrito 7 a festejar y a escuchar a Cool Confusion –más bien la Cool Confusion–, una Cool Confusion banda rosarina portadora y fabricante de los mejores ritmos.

El D7 reloaded

Durante enero los encargados del Distrito 7, integrantes del Partido para la Ciudad Futura, estuvieron ocupados remodelando el espacio. Una entrada más luminosa y vistosa, baños nuevos, piso alisado y bonito; y un entrepiso –a habilitarse próximamente– son algunos de los detalles con los que cuenta la versión mejorada del otrora Mano a Mano.

El 7 de febrero fue también el primer día de lluvia después de semanas de calores sofocantes. Así que, bastante tarde y un poquito empapada, me encontré con Maite y Marti en la puerta, debajo de un techito, felices por el nuevo clima. Ya no había mesas libres. Pero el D7 tiene ese no sé qué familiar gracias al cual las mesas y las birras se comparten con confianza, con amigos de amigos, así que conseguimos un lugarcito enseguida.

La cita era a las diez, pero el músico universal es impuntual. Para matar el tiempo y el hambre nos pedimos unas papas y unas  Cool Confusioncervezas, mientras el lugar se colmaba de gente que venía a escuchar Panamá: el nuevo disco de La Cool.

Dub Dub Dub

A las doce los músicos subieron al escenario. Son muchos: son una banda. Pero ninguno está demás. Timbales, batería, trompeta, trombón, saxo, teclado, guitarras, bajo y voz. Una combinación armónica de timbres y ritmos, llevada adelante por un popurrí enquilombado de músicos con estilo propio.

El primer tema fue instrumental y en él los timbales fueron la estrella y su timbalista femenina. Con las manos poseídas los tocó con una potencia y una fuerza que, al menos para quien escribe, hicieron brillar al tema. Gran presencia la de esos timbales, que jugaron y se divirtieron con la batería. Y debo decir que la Cool le debe gran parte de su nota alegre a estos percusionistas.

Después, la lista de temas fue variada. Algunos clásicos –sí, ya los  tienen– intercalados con su nuevo disco. Lo maravilloso de esta música es cómo moviliza el cuerpo. Ya no interesa conocer o no las canciones: se las apropian los cuerpos osados bailando y saltando, o los cuerpos tímidos que hacen rebotar los piecitos en el suelo. Pero no importa, porque ese rebote, por más insulso que parezca, arrastra a todo el esqueleto a disfrutar.

Otra gran estrella fueron los vientos. Sobre todo en los temas más antiguos. Tremenda responsabilidad la del trompetista: hacer estallar de alegría un tema con unos agudos que si salen mal lo arruinan todo. A veces hay que ponerse en los pies del músico, imaginarse embaladísimo, tocando, y que de golpe llegue el momento de mayor presión: los agudos, estridentes, impactantes. No es apto para temerosos. Sí para valientes. El trombonista, el tecladista y el saxofonista le dieron una base –que viraba de los graves a los agudos con un vaivén espectacular– a esa trompeta estridente para que se explaye. Y de a momentos los tres vientos al unísono. Pá pa rá, pa pa rá. Con un ritmo calipso –con una variedad de timbres propia de los instrumentos y del versátil teclado electrónico– la Cool Confusion nos transformó a todos en un ejército de hormigas negras y culonas, agitándonos de acá para allá Cool Confusion al antojo de sus músicos y las luces que los engrandecían mucho más.

La parte de ambiente climatizado tuvo su fin. Pronto el baile desacatado, a veces pogo, mutó a un saltito cauteloso con los brazos extendidos intentando rozarse con el otro lo menos posible, para transpirar lo menos posible, para sufrir lo menos posible. Claro está que ningún aire acondicionado puede acondicionar el aire de un ejército de hormigas bailando al ritmo de la percusión, los vientos, y el ritmo ska que llevaban las guitarras y el bajo.

Pero si el público se quedó allí, sufriendo el calor, pero viviendo la música, fue por la magia de los músicos y por el carisma del cantante. Con una gorra y unos  lentes de sol que no se sacó en toda la noche, la voz de la Cool Confusion fue un gancho para los espectadores. Es de esos cantantes multifacéticos que no sólo cantan bien sino que además tocan la trompeta –para la  cual ya Arrojo Secoexpresé mi admiración–  y saltan, bailan, nos atrapan, nos hacen sentir parte.

De yapa

En la espera, antes que el recital comience, mientras todos cenábamos expectantes apareció Arrojo Seco. Un trío teatral. No conozco los nombres de sus actores. Pero sé que los personajes campechanos que zaparon historias sobre el escenario fueron Ceferino, Gregorio y Celestino. De pronto los tres eran cuerpos poseídos en otro ámbito laboral; de pronto, eran los cuerpos de hombres enamorados entre sí; de pronto, nuevamente peones de campo a los gritos, tomando mate, zapando historias. Quien no los haya visto, que lo haga.

Claudiqué

Debo admitir que a pesar de lo mucho que me movilizó ver a Cool Confusion, abandoné el juego. El calor no pudo conmigo, y esta débil espectadora de presión baja tuvo que salir bajo la lluvia a comer un alfajor. Afuera me encontré con muchos miembros del público, que seguían escuchando, atentos, admirando el empuje de la banda. Y muchas otras personas, haciendo cola para entrar.

Fotografía: Cool Confusion

Contacto

Cool Confusion
Arrojo Seco

Músicos

Esteban Civetta
Agostina Bertozi
Alexis Gambacurta
Fabricio Giannone
Nicolás Lingua
Melina Spizirri
Julian “Chino” Pagliarecci
Matias Moro
Tomás Boasso
Rodrigo Cruzado

 


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