Matar al diván
Una mueca deforma el semblante y acomoda al cuerpo para lo que vendrá. El humor atraviesa el aire mientras se apropia de la sala, en sintonía con los caminos que el absurdo propone. Detrás de cada ironía, de cada hipérbole, los tejidos de la cotidianidad se reflejan directamente y resignifican el libreto. Las risas marcan el pulso y el inconsciente domina las acciones: la cordura es apenas una sospecha.