Soliloquios, de Luis Rubio
Después de varios meses sin noticias suyas, habíamos empezado a preocuparnos. Nuestro compañero había dejado de contestar las llamadas. Pusimos un aviso en el diario, pero nadie nos contactó. Hace algunos días volvió, con la sonrisa rápida y una crónica abajo del brazo. Andaba por los teatros, buscando qué escribir. ¿Dónde más si no?