Crónicas
El tiempo transcurre pero las cosas parecen empecinarse con no cambiar. Los campeones de la historia de la explotación son quienes mantienen intacto el orden colonial que, en sus sueños más íntimos, sueña con un mundo bajo control total.
Por José de los Papeles Mendienta
El occidente cristiano, que dice fundarse en el respeto y la misericordia, festejó con bombos y sonrisas la exposición denigrante del cuerpo del líder libio que tantas amarguras le supo provocar. El Consejo Nacional de Transición, que dice representar al pueblo libio mientras toma de la mano a las fuerzas de la Otan, violó todas y cada una de las tradiciones islámicas al exhibir el cuerpo machucado y torturado.
Los medios de comunicación, portavoces amigos, se alegraban de ver moribundo a su viejo enemigo y de ver abiertas las puertas para quedarse con el petróleo, el oro y el agua libias, en estos tiempos de economías tan flacas.
Un mes después, el Consejo de las Naciones Unidas volvió a condenar el criminal bloqueo contra Cuba. Estados Unidos, autor del delito, e Israel, discípulo eficiente, impugnaron la propuesta. Fueron 186 sobre 192 los votos que apoyaron el impedimento de la libertad de comercio que hacen, curiosas contradicciones de la práctica, los principales teóricos del mercado libre.
Barack Obama, especialista en prometer para no cumplir, ejerció el oficio común a todos los presidentes estadounidenses: dejar todo como lo había dejado el anterior. El brutal bloqueo le ha costado más de 975 mil millones de dólares a la pequeña islita que esbozó la soberanía. Tampoco tiene permitido Cuba, por la virtud de ser libre, pedir préstamos a organismos internacionales de crédito o comerciar con empresas extranjeras. Como un sifilítico en tierra de delicados, todos le huyen a ese país rebelde por temor a las represalias de los dictadores del mundo. «No solo al bloqueo hay que poner fin, sino al sistema que lo genera», anunció Fidel Castro.
En esas sesiones de las Naciones Unidas se aceptó a Palestina como miembro de pleno derecho de la Unesco. Israel, el patrón de sus tierras, que practica el genocidio y la persecución sobre los palestinos tal como los nazis la practicaron con los judíos, dijo que aquella era una maniobra «unilateral» de los palestino, pese a que recibió los votos de 107 países miembros de las Naciones Unidas. »No llevará a ningún cambio en el terreno sino que alejará la posibilidad de alcanzar un acuerdo de paz», dijo el primer ministro, Benjamín Netanyahu, convencido que para lograr la paz y los acuerdos resulta mucho mejor los asesinatos de inocentes, los asentamientos coloniales y la humillación del pueblo palestino.
Como buenos tutores, los Estados Unidos recortaron el financiamiento a la Unesco para dejar en claro su posición sobre el reconocimiento de Palestina: algunos países no tienen derecho a la existencia. Son 60 millones que ya estaban programados los que Estados Unidos incumplió. Reconocer los derechos de un país libre y practicar la democracia son traiciones que no se pueden tolerar.