En un inolvidable futuro se pueden abrir las compuertas de un paisaje inédito. Los ojos brillan, la luz resbala. Hombres de piel celeste prometieron la recepción. Dicen de una vida de placeres deliberados y goces que no podemos permitirnos. Quizás esos seres de áurea sonrisa nos digan éstas palabras.
Aquí y allá, hemos tomado el mundo
y nos invitamos mutuamente al deliberado acto de libertad.
Seremos capaces de rugir, de cantar, de gritar
sin miramientos sobre las antiguas delicadezas.
Nos hacemos aquí presentes como posterior venganza
de los tiempos cuando nos hicieron ausentes.
Partimos hacia indescifrables caminos
y ahora volvemos
aspiramos el veneno lóbrego de los ancestros
nos obligaron a homenajear tumbas traidoras
entonar las sacramentales marchas del enemigo
hicimos tripa el silencio cuando usurparon nuestra alegría
disimulamos ante la muerte frugal que nos ofrecían
vimos innumerables luchas (y las perdimos)
enardecidos recorrimos paisajes, nos apropió la tierra y la historia
supimos de memorias y de idiomas
del éxtasis y las melancolías
abandonamos alguna vez la esperanza
y rescatamos la pasión que nos habían arrancado
fuimos reducidos al lugar del dictamen
y dormimos la opacidad de las propagandas
y ahora nos hacemos presentes a tomar el mundo
sugiriendo la embriaguez indetenida del delirio
consagrando la íntima audacia
del rugido irreflexivo
del canto irrevocable
del indetenible grito.