La unión de dos esencias, como la comunión de la locura con el placer, se convierte en un estado de éxtasis que nada lejos de los parámetros en donde se mueve la realidad. Justamente desde allí, nuestro compañero nos envió este poema.
Sombría e inmolada, mira…
Y espera ser la víctima.
Te asecha el rincón que te arrincono,
y ves, solemne, mi sombra que se vuelve.
Empiezo por la rara mente,
dejo al azar los cruces con tu azar
caer en variaciones…
Que van, van, van…
Despliego el fervor e invoco,
casi con ira,
tus órganos, tu amor, tu odio, tu todo.
Empiezo por desechar la distancia
que arrecia, y perpleja deja tu conciencia.
El puerto de oro está en mis manos, ahí,
veo la piel…
Me arrastra a la mar de algo pálido y áureo.
Luego tejo, tejo, tejo,
hasta llegar al sonrosado, el otro puerto,
tu boca…
Ahora poseemos una constelación que nos une,
ahora la trama, antes del presente, precede la ternura,
ahora entrama el cuerpo y el alma,
el portal de la locura.