El mundo platinado tiene su propia luna – con una noche que también marca sus propias reglas – al compás de los tonos que el cuarteto multiplica sobre el escenario. Aunque en su nombre se anuncie al sol, los minutos que nacen después del ocaso son los que mejor le cuadran al grupo que se anima a soñar entre las calles de la vigilia y deja indicios claros para que los puedan encontrar.
Por Sofía Arnoldi – Especial para El Corán y el Termotanque
Destino: Tucumán y San Martín
Entré a McNamara a las once y media, y lo primero que hice fue pararme al lado de la cabina del DJ, por la simple curiosidad de observar su trabajo. Aunque no estaba para preguntarle qué artista sonaba, supe reconocer algunas canciones que deseé que fueran interminables. Un poco de rock alternativo de Pearl Jam y una mezcla de indie rock de Franz Ferdinand con Arctic Monkeys fueron los característicos de la noche.
El lugar tiene un estilo único: lámparas con formas geométricas y luces de colores junto al empapelado de bandas y artistas crean un ambiente psicodélico. Frente a mí, a unos cinco metros, podía ver el escenario. Un telón azul y dos micrófonos, ubicados al estilo programa de televisión. A primera vista parecía pequeño para una banda, pero el secreto se develó unos minutos antes de la una cuando se levantó el telón y comenzó show de Buenas Tardes. La banda de indie pop compuesta por Felipe Araujo, Sebastian Amorelli, Marcos Prieto e Ignacio Simunovich rompió la noche brindando un concierto fenomenal en la presentación del disco En el primero.
Medianoche: «Porque para sentir necesito acción…»
A las 00:15, mozos y personal del lugar corrieron las mesas (incluso las de los que estaban tranquilos comiendo y tomando algo) y despejaron la zona para que los seguidores canten a la par de la banda, como sucede en todos los recitales. Cuando Buenas Tardes comenzó a tocar ya no estaba sola, había llegado mi amiga. Y con ella, mucha gente. McNamara desbordaba, tanto arriba como abajo. Lo que me sorprendió fue la cantidad de fotógrafos que había, como si fuesen paparazzis que esperaban la salida de Vicky Xipolitakis después de haber piloteado un avión.
Aparecieron en el escenario cuatro chicos con sacos de colores, al mejor estilo chic, bien lookeados para la ocasión; con una energía que los sobrepasó y llegó al público. La frenética interpretación quedó reflejada en el movimiento y el énfasis de cada instrumento, en una fusión de Indios con Tan Biónica. Y se notó la afinación y la voz de niño que suele caracterizar a los cantantes del género. El sonido perfecto, a tiempo, con sus raíces en el pop pero con un agregado de electrónica. Parece que el futuro llegó de la mano del synthes.
Muchos hablaban de la acústica del lugar – de lo que demasiado no entiendo o, mejor dicho, no entiendo nada–, pero lo cierto es que por la poca trayectoria de la banda, el repertorio de doce canciones fue una mixtura de lentos y de powers, con letras un tanto pegadizas que hurgaban en el amor, la historia y el final, como la letra de «Circo», hasta el extremo de «Chico cool», una versión tranquila acompañada por coros angelicales.
¡Dale, Cubano!
Ya para el tercer tema, con Deni nos fuimos adelante como unas fanáticas más. Todos los que estaban en ese tumulto de gente se sabían las letras, y el grito de «¡Dale, Cubano!» conquistaba al muchacho que demostró cortesía y agradecimiento con el público.
Si bien el espectáculo fue en un boliche, alejado del concepto de íntimo, el momento fue muy cálido porque el público pagó una entrada para verlos y esperó ansioso alentando al unísono un repetitivo «¡Buenas tardes! ¡Buenas tardes!». En el primerocuenta con diez canciones de la banda, que fueron presentadas en su totalidad el sábado, aunque en la lista de temas figuran once («8 AM» no está incluida en el álbum). El show terminó con la pegadiza «Canción de Luna».
Distante placer
Creo que toda vivencia trae una enseñanza. Haber escuchado Buenas Tardes en vivo me dejó el agrado de saber que hay excelente música más allá de lo tradicional y que no solamente se encuentra en el Metropolitano o el Anfiteatro: hay que salir a buscarla y darse la posibilidad de salir del encasillamiento. Quedaron reflejados en el aplauso del público la frescura y el talento de cuatro chicos que, desde arriba del escenario, sin vergüenza, sin apuro, sin miedos, demostraron lo que saben hacer, con seriedad y profesionalismo, con ingenuidad y elegancia.
Contacto
Buenas Tardes
Badcamp
Integrantes
Felipe Araujo
Sebastian Amorelli