Crónicas | Mariano Bazzetti: recital a beneficio de Sol y Luz - En un rincón, a salvo del frío, el arte se apropió del tiempo y escribió su historia. El rock, inmortal y rebelde, perpetuó su reinado desde el canto de una guitarra, asumiendo el protagonismo que las estructuras intentaron arrebatarle desde siempre. Rosario y sus alrededores tienen sus nombres anotados en esas páginas, que se reescriben […]

En un rincón, a salvo del frío, el arte se apropió del tiempo y escribió su historia. El rock, inmortal y rebelde, perpetuó su reinado desde el canto de una guitarra, asumiendo el protagonismo que las estructuras intentaron arrebatarle desde siempre. Rosario y sus alrededores tienen sus nombres anotados en esas páginas, que se reescriben de la mano de las nuevas generaciones. 

Por Iván Kusevitzky – Especial para El Corán y el Termotanque

Yoyeo
Y como si todo se diera porque sí, busco, salgo y espero toparme con algo que me haga salir de la caja hermética que muchas veces tiende a convertirse en mi habitación, mi casa.

La música siempre auxilia, o por lo menos funciona conmigo, y es por eso que cuando me ofrecieron cubrir un recital, no lo dudé ni por un instante. Camino hacia el lugar de encuentro y el frío adormece mis manos, con un par de camperas encima, arranco viaje a pie hacia el lugar.

Es miércoles primero de julio y me acompaña una apagada noche de invierno, la cita será en el local popularmente conocido como Hashtag, lugar que todos los miércoles cambia el escenario para convertirse en el Centro Cultural La Vidriera.

Son las 20:45 y un poco agitado, me presento para por fin formar parte del show que brindará Mariano Bezzetti, artista oriundo de Venado Tuerto.

Una vez adentro, observo el espacio al que siento muy acogedor, es amplio y posee muchas mesas y sillas acomodadas sin cuidado, particularidad que me ayudará a transportarme a un lugar antro, a una cápsula de oscuridad con luces azules, que terminarán por sumergirme en una burbuja en la que los olores y sabores se mezclan para acompañar a la larga barra principal. La iluminación es escasa, pero me brinda cierta comodidad y armonía, siento que paso desapercibido, que nadie sabe qué vine a hacer, y eso es porque quizás hasta yo me siento sorprendido de la primera gran crónica.

Compartir… ¿compartir? Supongo que sí, o por lo menos es lo que espero que suceda esta noche junto a los espectadores, que poco a poco se van acercando y copando el lugar, empiezo a pensar y por ende a darme cuenta de que el local con su fachada de pub está muy lejos de la de un Centro Cultural, pero trato de que la particularidad del hecho no estorbe el acontecimiento principal.

Me permito empezar a imaginarme cómo puede llegar a ser el festín, pruebo una y otra vez que la cámara de fotos esté lista para cuando el artista suba al escenario, me voy disponiendo y organizando cada vez un poco más. La ansiedad se hace presente, aunque me encuentre muy cómodo, con cerveza en mano y acompañado de amigas del cantante, sólo intento buscar la esencia del encuentro, que para ser sincero, me ha costado trabajo.

Y arranco…

Cayendo en la cuenta

El recital estaba anunciado a las 20:30, con un poco de atraso, el artista se presenta. Mas yo, desde una posición privilegiada, tiendo a estudiar los primeros aspectos del show, «Gracias por venir» canta Mariano, un cover de Gustavo Cerati.

Desde abajo, enfocando con la cámara el momento, no dejo de impactarme por la conexión del primer tema con lo que estaba sucediendo, porque Mariano al igual que muchos, estaba sorprendido por la gran concurrencia.

Y cómo no dejarme embarcar a un mejor instante con letras y acordes, los vasos se llenan y se vacían en un abrir y cerrar de ojos, el público acompaña, se sienten parte del encuentro, y eso hace que todo se convierta en algo único, gratificante y sensacional. Los temas van pasando y mi cámara no deja de mirar lo único de la noche, luego de identificar, en imágenes puestas sobre un proyector, los diferentes trabajos que realiza la Asociación Civil Sol y Luz, todo tiende a tener un sentido más real de por qué estamos donde estamos. Cuando la pelea es social, cuando la búsqueda de igualdad es compartida, las cosas se vuelven bellas y la música tiende a mostrar su lado mágico y a conectarnos sin que queramos, a nosotros con ellos, los damnificados, los muchas veces olvidados. Y así es cómo de a poco, me voy convenciendo de que por fin he encontrado la esencia de este show.

Cayendo en la cuenta II

Ya sumergidos en el propósito principal, Mariano se encarga de ponerle baile al escenario. Yo, sin embargo, sigo hipnotizado con las fotografías y los videos que quedaron puestos en la pantalla, imaginándome la misma situación, pero formando parte de ellos, compartiendo con la gente de los barrios desde donde con la Asociación se está trabajando y, justo como si todo estuviese preparado, suena de fondo «El viento trae una copla», versión del artista de la noche. De esta manera, logro embarcarme para una vez más darme cuenta de lo indiferentes que somos muchas veces, con respecto a los problemas de otros, y esos sí que eran problemas.

Trato de volver, de volver al show y concentrarme una vez más en las fotos de mi cámara que esta vez apunta al público, que muy amigablemente alumbra el escenario con sus sonrisas cada vez que Bazzetti termina de interpretar un tema.

Despedidas y etcéteras 

Al llegar el momento de la pausa tiendo, automáticamente, a concentrarme en cada punto que considero importante para trascribir lo que estoy haciendo, muy gentilmente me invitan a comer y beber, me siento cómodo, pero un poco obsesionado, muy concentrado para mi gusto.

Sin embargo, disfruto de los aperitivos ofrecidos cordialmente. Mariano se acerca y aprovecho para intercambiar algunas palabras: lo noté feliz, alegre, contento, entusiasmado y con muchas ansias de comenzar la segunda parte del show. Con una increíble combinación de efectos con sus pares de pedales, se presenta nuevamente en el escenario, su compenetración está en alza y cada vez transmite más energía, más fuerzas. El público empieza a agitar «una más» cuando Mariano empieza a despedirse, todos nos sentimos encendidos, conectados con él, con su guitarra y con lo que se convirtió en su escenario.

Y que no termine más, nunca más este show, y que la ayuda sea eterna, que se venda lo que se tenga que vender y se brinde a los que más necesitan, a ellos, a quienes se merecen los verdaderos aplausos de lucha, porque desgraciadamente y gracias a ellos, esa noche nos encontrábamos todos juntos, reunidos, por ellos. Pero todo llega siempre a su fin, y también sucedió, lamentablemente esa noche. Como pez en el agua, el artista se encargó de ofrecernos hasta las últimas instancias su magnífico repertorio y acompañados de un «Si todo parece jodido es cuando hay que poner» se retiró, y una vez más, me quedó picando dentro de la cabeza la frase del final: jodidos están allá, en Salta, Chaco, en Saenz peña, y no por eso se rinden.

¿Rendirse? No es una opción para ellos.

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