¿Alguien puede medir la velocidad con la que caen los sueños?
¿Es constante, relativa, exponencial?
Es un límite lo que permite recorrer cada paisaje vertical.
Antinatural postura de los ojos, casi bizcos, haciendo un paneo en caída, luego en subida.
Confinados a un espacio molesto, por sus proporciones y su dinámica.
Incomodemos al espectador, quizás así logremos salir del mero consumo efímero de imágenes.
Fotografía – Fernando Der Meguerditchian