Rosario, 08 de Diciembre de 2016
A la tarde escribió la Jose que la tía se volvía a Jujuy, que conocía a una chica que le podía arrimar algo a Milagro, a la cárcel donde la tienen encerrada. Algo para darle ánimos, para acompañarla, para que sepa que estamos con ella. Una carta, no sé.
Aprovechamos la reunión, la misma que usamos para organizar las actividades de la Biblioteca Popular, en Empalme Graneros, Rosario. Uno de los tantos barrios que llenan las páginas de los policiales y no aparece en las listas de políticas públicas. Allá en los márgenes, donde la historia, según dicen, la escriben los torcidos.
—¿Qué le ponemos? ¿Qué podemos escribir nosotros, unos tantos jóvenes?
—Todos le deben decir lo mismo— dijo un resignado.
—Contémosle de nosotros, de lo que hacemos, de lo que ella significa para nosotros— sugirió Eva.
—Hay que invitarla a la Biblio. Cuando salga, tiene que venir, para que vea lo que hacemos. Para que nos diga lo que hizo allá en Jujuy.
—Disculpen —interrumpió Fernando—. Yo entiendo poco de política y hace poco tiempo que empecé en la Biblio. Lo único que sé es por lo que escuché en la tele. (Por suerte para todos nosotros estaba Fernando que, con su supuesta ingenuidad, nos permitió hablarte, Milagro).
—¿Los medios? Si le tenemos que creer a los medios nosotros nos tendríamos que mirar al espejo y salir corriendo. Para ellos somos todos ladrones, narcotraficantes y drogadictos. Empalme y los que vivimos ahí somos todos chorros. ¡Mirá si le vamos a creer a los medios! ¡Milagro es otra cosa!
—¡Es así! Mirás la tele y te dice que Milagro es prepotente, así le dicen a los pibes que no bajan la cabeza cuando viene la yuta, cuando no se quieren sacar la visera ante la gorra. Y después les dan una viaba bárbara. Naaaaah, a esos no hay que creerles nada. Si hasta el GPS te dice «estás entrando a zona roja» cuando pasás por Empalme. Ni los tachos se meten, por miedo. ¡Milagro es otra cosa!— Dijo Brenda, indignada por tener que bajarse a cuadras porque «hasta allá no entro» le dicen los taxistas.
—Pero entonces, ¿por qué está presa? —insistía Fernando, sin ánimos de chicana, buscando entender, comprender lo que estábamos diciendo.
—Milagro está presa por mujer, negra, villera e india. Por eso está presa— dijo la Salo.
—Ahora que decís eso- comentó Juan, que participa en el Taller contra la Violencia de Género en la Biblio— ayer me llamó la Yani, la hija de Claudia. Estaba en la 20, la comisaría, con una mina que la había fajado el marido. No le querían tomar la denuncia porque decían que tenían que ir con un patrullero y no estaba disponible. Me dijo que se le reían en la cara los hijos de puta, porque la mina es toba, Qom, y no habla bien el español. ¡Qué hijos de puta! Milagro es aquella mujer golpeada, pero parándose frente a los milicos y puteándolos sin miedo.
—Fernando —interrumpió José que intentaba dormir a Mora Eva que apenas tiene meses y ya está militando—, Milagro es una referente social, armó cooperativas en todo Jujuy para los que menos tienen. Construyó casas, hizo piletas, la gente labura gracias a Milagro. Para toda la gente que no tenía, hizo unas casas impresionantes. Hacen todo ellos. Yo hace unos años fui a Jujuy, me metí en una de las piletas donde van pibes. Están buenísimas. Milagro, con las cooperativas y laburando se hizo su vida, hizo su plata, se fue a Uruguay de vacaciones y tiene autos, sus hijos también tienen autos. Acá los empresarios hacen tres casas y ya los ves con 4×4, Milagro hizo más de 3000 casas en Jujuy para la gente pobre, ¿está mal que tenga autos?
—¡Claro! Es como cuando nos dicen a nosotros «¡Vos pasás por una villa y están todos con antenas de Direct TV!» ¿¡Y a vos qué carajo te importa!? ¿No tenemos derecho a ver tele? O un celular o unas buenas zapas. ¿Qué se creen que los únicos que laburan son ellos? —se indignó Brenda.
—Milagro enseñó que el pobre no merece migajas. ¿Por qué? ¿Si sos pobre tenés que tener ropa trucha, de mala calidad? ¿Casa de chapa? ¿Una bici rota? Milagro enseñó que el pobre tiene dignidad, tiene derechos… puede tener una casa linda, con pileta.
—Ahhhh —intentó comprender Fernando— ¿la mina hizo una especie de Tierra de Sueños? — haciendo referencia al «barrio abierto» donde se hacen casas más afuera de Rosario los que tienen mosca.
—Exactamente, un Tierra de Sueños para los pobres. Para que tengan piletas, casas lindas, como corresponde. El tema es que a diferencia de los de acá, entendió que los sueños son compartidos o son egoísmo. Eso es lo que no le soportan.
—Es como si nosotros desde la Biblioteca, que damos talleres e intentamos hacer algo por la gente, por el otro, para la sociedad, empezamos a crecer cada vez más y más, y hacemos casas, cloacas, piletas para la gente del barrio. —dijo Josefina—. Algunos van a zapatear, nos van a acusar de chorros, ¿cómo hicieron la guita estos? Todos ven el progreso pero no el sacrificio y al toque te empiezan a decir que andás en algo raro. Van a empezar a decir que vendemos merca, que hacemos negocios, porque les molesta, porque les cagás el negocio a otros.
—Claro porque ¿qué hacemos nosotros desde la Biblioteca? Intentamos solucionar las ausencias de los lugares donde no llega el Estado. Milagro pudo darle, garantizarle los derechos a aquellos que no los tenían garantizados— teorizó Salo.
—Y está presa también por un escándalo jurídico —dijo Eva, que por más que sea abogada no se olvidó de los humildes—, porque lo que hicieron legalmente es inconstitucional. Desde organismos internacionales y la propia ONU exigen su inmediata liberación.
—Más allá de eso- dijo Nacho, que había llegado tarde como de costumbre, al toque había agarrado un porrón y no había emitido palabra hasta el momento— Milagro está presa por culpa nuestra. Por no estar a la altura de las circunstancias y no estar preparados políticamente para esta situación.
Porque Milagro merece mucho más de lo que estamos haciendo cada uno de nosotros, merece movilizaciones masivas, parar el país como una dirigente de esa altura. No entendemos que Milagro no es la que está encerrada, nosotros somos los que estamos presos. Cada uno de nuestros sueños, la posibilidad esa que dijeron que la Biblioteca en algún momento sea como la Tupak, eso es lo que nos están apresando, que ni se nos ocurra, porque van a terminar así, como Milagro. Perdón, Disculpas, Milagro, y Gracias. Eso le tendríamos que escribir. Perdón y disculpas a nosotros mismos, por no estar peleando por vos, que sos como nosotros. Que sos el pibe con visera que de berretinudo le contesta a la yuta, la mina golpeada que se reveló contra su marido, contra la cana que se le reía por india. Que usa todo aquello que quisiéramos usar, pero que no podemos y, si lo hiciéramos, nos verían como chorros. Sos todo eso Milagro, sos nuestro ejemplo pero también aquella que nos permite superarnos, la que nos muestra que todavía tememos, que no estuvimos a la altura de lo que sos y representás. Que siendo hijos de la década ganada quizás nos perdimos —por suerte— la oportunidad de salir a resistir. Tal vez, solo nos movilizamos para conquistar derechos, para festejar victorias. Es hora de hacer como vos Milagro, mirarlos a la cara, no agachar la cabeza y pelear porque no nos arrebaten los sueños, el sueño de tenerte acá en la Biblio, con nosotros.
Arderá la memoria hasta que todo sea como lo soñamos, compañera. Gracias, Perdón y Mucha Fuerza.
Te queremos.
Los pibes y las pibas de la Biblioteca Popular Empalme Norte.