La lengua y la literatura como potencias para pensar otra sociedad
El 22 de diciembre entre el calor de un incipiente verano y la calidez de un encuentro literario, un tipo de tertulia que en Venado Tuerto tiene, a veces, un sesgo de azaroso en cuanto a la audiencia, se llevó a cabo la última jornada de la Cátedra Bailable. Y claro, fue una fiesta: un malón de gente reunida en torno a Gabriela Cabezón Cámara. La escritora tiró abajo muchos de los «valores» con los que, quienes estudiamos Letras y nos profesionalizamos dentro de la «Academia», y quienes no también, nos hemos nutrido: la economía de palabras y la austeridad de la trama, el trabajo con una lengua «culta», la tan amada distinción centro/margen, y claro no podía faltar, la autonomía del campo literario.
Los que han leído a Cámara saben que esos valores de la crítica son llevados por delate, atropellados, con una escritura barroca, exuberante, donde las tramas que teje se sostienen en las lenguas otras —la del barrio, la de la villa, la de la canción de cumbia, pero también, la de Perlongher, la de Petrarca, e incluso la del barroco español— en las que aparecen, según la propia escritora, las transformaciones, la vivacidad y la posibilidad de crear. A través de su literatura, siempre política, es posible pensar y pensarnos en el presente y allí entra todo el mundo: los cuerpos, las sexualidades, el feminismo, las lenguas y la tradición literaria argentina.
La villa como laboratorio
Salir de la pileta a las 17 para oír a Gabriela Cabezón Cámara está motivado por varias razones: en primer lugar, no todos los días tenemos la posibilidad de escuchar a una escritora como Cabezón Cámara, y más aún, no sólo oírla sino poder dialogar con ella sobre su literatura (en todos los aspectos: el mundo editorial, la profesionalización del escritor y los múltiples trabajos para llegar a fin de mes, los materiales con los que construye sus historias, entre otros), el contexto actual del campo literario porteño y los márgenes, su proceso de escritura y sus proyectos futuros. En segundo lugar, poder interrogarla sobre el margen.
Desde hace unos años, el concepto literatura del margen ha cobrado fuerza no sólo dentro la crítica literaria local, sino que es una categoría que se ha diseminado por los circuitos culturales yperiodísticos. Y en este aspecto, ¿es la literatura de Cabezón Cámara una literatura del margen? No, por supuesto que no. La obra de ella es todo centro, o mejor dicho, ella junto con otros escritores contemporáneos han logrado derribar la dicotomía centro/periferia. Por ejemplo, La Virgen Cabeza, primera novela de Gabriela Cabezón Cámara, narra muchas historias a la vez, que se enlazan en una escritura que une lo lírico y lo coloquial, creando un universo ficcional que va más allá de los límites esperables. La villa tiene un lugar central en la novela porque allí se sitúa la posibilidad del encuentro de vidas singulares que se unen en el drama y en la esperanza por sobrevivir. La novela habla de la villa, pero principalmente habla sobre la imposibilidad de narrarla sin estar adentro, sin experimentarla. Lejos de estereotipar la miseria, Cabezón Cámara logra crear para aquello que la misma obra nombra como «una forma de realismo villero», una narrativa y un lenguaje propios que se sustentan en la exageración y la desmesura representadas metonímicamente en la desproporcionada cabeza de la Virgen: «necesaria para expresar la esperanza de los pobres». Y en este sentido, la villa fue un laboratorio que permitió a la escritora experimentar con los materiales del presente, pero también, poner en escena otros modos y lugares de lo decible o de lo legible.
Se va a caer
A pesar de la pierna rota y el calor de la siesta eterna, Gabriela Cabezón Cámara mantuvo la risa y el humor durante la hora y media que duró la charla, y más aún, atajo todas las preguntas. Ahondó especialmente en el tema de la lengua, o las lenguas, en relación no sólo con la literatura sino con la importancia que tiene en la conformación de estereotipos e imaginarios dentro del periodismo «que está orientado a un público de lectores idiotas que sólo entienden los sintagmas simple». En los medios de comunicación la lengua pierde polisemia, riqueza y singularidad, sentenció. También hizo hincapié —e incitó— en poner en juego los lenguajes (desde la jerga al idioma de las redes) porque allí es donde la cultura se modifica y evoluciona. Performatear con la lengua para cuestionar la lengua del padre, la RAE, pero también al patriarcado y a las jerarquías con las que se conforma el «canon» literario.
Armar redes, ponernos a pensar desde la literatura como uno de los modos desde el cual entender el presente y el futuro, son algunas de las consignas que lanzó la escritora y que se corresponden con el compromiso que manifiesta en la escritura de sus obras. En su última novela, Las aventuras de la China Iron, crea un universo de identidades masculinas justamente a través de mezclar la literatura gauchesca, la literatura de viaje, es decir, la literatura del padre del campo literario argentino. Cabezón Cámara centraliza y trae a escena a la mujer de Fierro, pero con ella ingresan el queer, la tradición nacional y la actualidad.
Finalmente, en el medio de la charla la escritora alzó el vaso de cerveza y brindó por un futuro mejor: 22 de diciembre de 2019, sin Macri ni patriarcado ni RAE.
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