«¿Cuándo y por qué el Ejército decidió instalar la comandancia del II Cuerpo en la ciudad de Rosario? ¿Cuáles fueron los usos y funciones del edificio a lo largo del periodo en que fue sede del Comando? ¿Cuáles fueron las principales líneas de actuación del Ejército en la ciudad y cuáles sus relaciones y articulaciones con el ámbito político y social? ¿Qué rol tuvo el Ejército en el accionar represivo durante las décadas del 60 y 70, antes y durante la última dictadura? ¿Qué sucedió con la institución militar en el contexto de la transición democrática?» Son algunas de las preguntas que atravesaron la investigación y que Gabriela Águila, directora del equipo, presenta en la introducción. Son autores también del libro Territorio Ocupado. La historia del Comando del II Cuerpo de Ejército en Rosario (1960-1990), María Alicia Divinzenso y Lucas Almada.
La primera pregunta evidenciaba un vacío en la historia de Rosario pero también en la historia militar y en la historia reciente de la Argentina. Parte de la respuesta le da inicio al libro. La creación del II Cuerpo de Ejército en los primeros años 60 respondió a la división del país en zonas por parte de las Fuerzas Armadas (FFAA). Dicha creación se articuló con estrategias territoriales del Ejército en el marco de una transformación doctrinaria e institucional de las FFAA para la represión del conflicto interno. Por entonces, las FFAA abandonaron su misión fundamental de defensa de la soberanía y la formación para combatir al enemigo externo, para empezar a perseguir y eliminar a un «enemigo interno» que se mimetizaba, el sentido de que no conformaba un ejército «regular» sino que se confundía entre la población civil. La tipificación del enemigo y de la amenaza a la seguridad interna fueron implementadas con la influencia de las ideas proporcionadas por la famosa Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN) pero también por la menos conocida Doctrina de la Guerra Revolucionaria francesa (DGR). Algo de esta explicación se reestablece trágicamente en la actualidad, entre otras cosas, con la modificación por parte del gobierno de Cambiemos, en julio de 2018, del viejo decreto 727/06 que prohibía el uso de las FFAA en la seguridad interior.
Pero volviendo al II Cuerpo de Ejército, éste incluía las provincias de Corrientes, Chaco, Entre Ríos, Formosa, Misiones y Santa Fe y se instaló en 1960 en la ciudad de Rosario. Su asentamiento se realizó en un contexto caracterizado por una importante conflictividad política y social, producto -en parte- de la proscripción del peronismo. La decisión de ubicar en Rosario la comandancia de este Cuerpo fue una respuesta a la situación particularmente combativa de la región, y especialmente de la ciudad, que tenía una larga tradición de lucha sindical y de actividades de la «resistencia peronista». La elección de Rosario como centro operacional de las decisiones militares se fundamentó en un diagnóstico previo de los territorios más conflictivos del país.
Rosario había sido escenario, ente otras cosas, de la toma del regimiento 11 de Infantería «General Las Heras», ubicado en el sudeste de la ciudad, en noviembre de 1960 y encabezada por el general Miguel Ángel Iñiguez, uno de los pocos levantamientos cívico-militares de la «resistencia peronista». La inmediata creación del II Cuerpo podría evidenciar que el levantamiento aceleró la decisión de las máximas autoridades castrenses de instalar dicha gran unidad de comando en el lugar. La importancia de Rosario en la estructura militar quedó demostrada cuando dos de los comandantes del II Cuerpo ocuparon años más tarde la presidencia de la Nación: Roberto Viola (1981) y Leopoldo Fortunato Galtieri (1981-1982). Asimismo, otro comandante local, Ramón Genaro Díaz Bessone, fue ministro de Planeamiento (1976-1977) de la última dictadura militar (1976-1983).
La magnitud de la represión que implicó esta dictadura significó que la memoria construida sobre el edificio donde se asentó la comandancia del II Cuerpo se extendiera por sobre los usos anteriores. Así, muchos y muchas rosarinos y rosarinas identifican este espacio como el lugar desde donde se organizaron y ordenaron las acciones que las fuerzas de seguridad llevaron adelante en ese periodo y como sitio obligado de peregrinación de familiares de detenidos-desaparecidos que llegaban hasta allí con la esperanza de conocer la suerte corrida por sus seres queridos, invisibilizando su ocupación y funciones anteriores. Todo el conjunto arquitectónico –que excedía lo que hoy es el Museo de la Memoria y se extendía a dos propiedades más- era una gran unidad administrativa, operacional y burocrática.
La residencia de la sede del II Cuerpo se encontraba en un sector de la ciudad que tuvo -y tiene- gran parte de los edificios más paradigmáticos de Rosario, formando parte del conjunto monumental de la Plaza San Martín. Estaba ubicada en pleno centro de la ciudad, enfrentada a la Facultad de Derecho y en diagonal, cruzando la plaza, se encontraba la Jefatura de Policía. Allí, a sólo 200 metros de la sede del II Cuerpo, en la esquina de Dorrego y San Lorenzo, funcionó el Centro Clandestino de Detención (CCD) Servicio de Informaciones (SI) entre los años 1975 y 1979, que alojó detenidos incluso con anterioridad a esos años. Fue el más importante de los CCD de Rosario y su zona de influencia y el que contó con el mayor número de detenidos.
Pero la historia del Ejército en Rosario es una larga historia de represión y violencia que comenzó mucho antes del 24 de marzo de 1976, hasta con antelación a la creación del II Cuerpo, con la represión a la resistencia peronista y a la movilización de ferroviarios entre 1956 y 1958. Por entonces, el Ejército inauguraba en Rosario una práctica que sería ampliamente implementada por la última dictadura: la realización de consejos de guerra a detenidos civiles. Esta práctica ha quedado registrada en gran parte de la memoria de las y los habitantes de esta ciudad, especialmente en militantes de los organismos de derechos humanos y en sobrevivientes de la última dictadura, a partir de la cual muchos identifican este lugar.
No obstante, la historia represiva de esta comandancia es de larga data. Desde allí se emitieron las órdenes de represión a los actos de la CGT de los Argentinos y a los estudiantes que intentaban conmemorar la Reforma Universitaria en 1968, así como también a los Rosariazos de mayo y septiembre de 1969. De igual forma, Rosario fue escenario de cientos de desapariciones y asesinatos políticos, desde Luis Pujal y Ángel «Tacuarita» Brandazza en la dictadura autodenominada «Revolución Argentina» (1966-1973), hasta Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereyra Rossi en las postrimerías de la última dictadura en 1983. Nada de ello pudo hacerse sin la orden, la complicidad o la anuencia de los distintos comandantes que estuvieron a cargo de este Cuerpo.
Sí es cierto que la represión se incrementó desde los últimos meses de 1975. En la provincia de Santa Fe y en Rosario particularmente, y como había sucedido ya, el Ejército asumió la dirección de la lucha «antisubversiva». Prácticamente no tuvieron participación las otras fuerzas armadas o de seguridad nacionales, con excepción de la Gendarmería que tuvo alguna colaboración sobre todo en tareas de custodia de algunos lugares de detención. Al mismo tiempo, las fuerzas policiales y penitenciarias de la provincia fueron puestas bajo el «control operacional» del Comando del respectivo Cuerpo de Ejército, aunque a partir del golpe de Estado, la policía provincial desplegó un significativo grado de autonomía en la planificación y ejecución de las acciones represivas. El plan sistemático de aniquilamiento se basó en secuestros clandestinos, apropiación de menores, torturas, asesinatos y desapariciones forzadas de militantes populares, dirigentes gremiales y personas opositoras en general.
Una periodización del ejercicio de la represión en la última dictadura establece que a partir del golpe de Estado y durante gran parte del año 1977 la Policía Provincial comandada por Agustín Feced y el Servicio de Informaciones (SI) centralizó el accionar represivo, mientras que a partir de 1977 el Ejército ocupó un rol más activo, en particular a través del uso de «quintas» ubicadas en las afueras de la ciudad hacia donde se trasladan una parte significativa de los secuestrados, restándoles autonomía operativa a la policía local. En Rosario y sus alrededores hubo más de diez CCD en donde fueron privados ilegítimamente de su libertad más de 2000 personas. Alrededor de 350 continúan desaparecidas.
Por último, no podemos dejar de resaltar que la sede del II Cuerpo fue también lugar de reclamo para los familiares de detenidos-desaparecidos, al menos desde la desaparición de Brandazza en 1972, pero con mayor frecuencia e intensidad desde 1976. De esta forma, el II Cuerpo de Ejército se vio obligado a recibir a centenares de familiares que acudían allí para solicitar información acerca del paradero de sus seres queridos. Pero la Sede del II Cuerpo no sólo fue testigo de estas gestiones individuales, sino que a partir del segundo año de dictadura (1977) y cada vez con mayor presencia, los grupos incipientes de los organismos de derechos humanos de la ciudad tomaron a la emblemática sede como eje principal de sus reclamos. Por eso nuestro homenaje siempre será para ellas y ellos, quienes marcaron el camino y por quienes la recuperación y la reconstrucción tanto del edificio como de la historia fueron y siguen siendo posible.
* El libro Territorio Ocupado. La historia del Comando del II Cuerpo de Ejército en Rosario (1960-1990) es el resultado una investigación de más de cuatro años promovida y auspiciada por el Museo de la Memoria de Rosario. Con este libro, que se dio a conocer el año pasado (2018), pretendimos arrojar un poco de luz, no en el sentido de iluminar sino de esclarecer, a esta historia que, de todas formas, seguirá siendo oscura.