Lecturas | «Los mundos posibles», de Fabi Fernández - Por Laura Hintze

Hace dos semanas ya que Los Mundos Posibles y yo andamos patiando la ciudad juntas. De la mochila a la mesa de la cocina, del baño a la cama, de la cama a la calle otra vez. Hoy tenemos el mate listo y nos sentamos frente a este papelito virtual en blanco. Me parece que nos miramos. Yo tengo un nudo en el estómago, Mundos Posibles no sé. Parece que en cualquier momento se cae del escritorio y se desparrama por toda la pieza. La miro, le doy un matecito y le ruego:

– No, che, no posterguemos más esto. Por favor.

Leer Los Mundos Posibles no fue, para mí, otra cosa que una aventura. Lejos estoy de poder escribir sobre las similitudes de los trazos de la Fabi con la prosa de Marechal y la poética de Susy Shock. Sólo puedo transmitir mi experiencia. Y recomendar que cada quien pase por la suya. ¡Hágalo señorita, no se prive de estas sensaciones!

Tengo que admitirlo. El primer miedo que tuve, o ansiedad paralizante, o incógnita extrema, no sé, fue porque tenía que leer a la Fabi. Y escribir sobre lo que escribe la Fabi. Y yo a la Fabi la adoro, la admiro y la enaltezco un poco. Es mi GPS peroncho-torteril, un bocadito de chajá cada vez que necesito que alguien me oriente para entender el mundo. ¿Cómo es la sinceridad cuando el amor es más fuerte? A mí me dio cosa no poder ser fiel a mis sensaciones, qué querés que te diga. Por suerte, siento ahora, leo y escribo sobre la Fabi. Suspiro. Es un placer.

El segundo combo de sensaciones es ahora: contar lo que leí. No podría asegurar que en algún momento haya escindido a la escritora de los cuentos, pero sí que es súper sencillo dejar de pensar en ella y pensar en eso que cuenta. Porque nadie, jamás, nos lo contó. Susy Shock se lo dice bien en el prólogo: «Fabi, nadie nos contó nada. Vivimos este colectivo». Ellas lo viven, nosotras, yo, leo, a veces escucho, siempre aprendo. Y ese aprendizaje no es sencillo. Te pensás que te la sabés todas, que qué más quieren desde el colectivo, hasta que te dan el ejemplar de Los Mundos Posibles, y durante dos semanas conviven, y no te la sacás de la cabeza. Y ahora pensas, ¿qué viene después del punto final? ¿Cómo andás por la calle sabiendo las posibilidades que hay para vivirlas?

Por alguna razón, para nada casual ni alejada del mundo que estamos viviendo y por suerte destruyendo (¿o deconstruyendo?), había dado por sentado que Los Mundos Posibles eran cuentos infantiles. Me pongo colorada de sólo escribirlo y admitirlo. Yo leía con ojos de niña paki hasta que aparece el primer pete. Me quedé helada. A veces no es tan sencillo romper todo eso que tenemos adentro. Cuando pasa, es hermoso. Al lado de la escena, escribí dos preguntas: ¿Por qué los mundos posibles son sólo para niñxs? ¿Por qué lxs niñxs no pueden crecer con historias de señores que chupan pija? Tomá mate.

Los mundos posibles, de Fabi Fernández. Turba Editorial, 2019.

No anoté nada más. Pude leer y alejarme de ese momento tan íntimo y privado de la Fabi escribiendo, que me volaba tanto la cabeza, para transformarlo en mí momento íntimo y privado de lectura. Tuve que googlear. Tuve que releer. Tuve que pensar. Tuve que entender por qué tengo la piel de gallina cada vez que pienso en La Chipi y La Mireya y la Vanesa armando el Club de las Mariposas y porqué sonrío cuando un viejito medio gorila se abre una cuenta en Grindr. Tal vez porque lo distinto también es político. Y ya sabemos qué pasa cuando se te mezcla en la sangre ese bichito de politizarlo todo. 

La Fabi Fernández escribió cuatro cuentos que dicen una cosa que muchos y muchas aún no saben (yo sí, porque ya los leí): que los mundos posibles están siendo. Que hay infinitas formas del amor sucediendo en los márgenes, límites difusos si los hay en estos casos, a veces acá nomás y a veces muy allá. Y que todo lo que tienen para darnos esos amores y mundos se presenta como un banquete para todos, todas y todes. Nos queda aprender a mirar y sentir mejor por dónde andamos. Qué sabrán ellos de amores, dice La Fabi en una oración por ahí. Qué nos queda descubrir de amores, pienso yo, mientras el mate ya está lavado, mis Mundos Posibles aparecen revueltos en una silla, al lado mío, y siento los ojos así porque no sé cuánto hace que leo, releo y escribo, pero no pude ni levantarme buscar los lentes y no me atrevo a poner punto final.


Los mundos posibles, de Fabi Fernández. Turba Editorial, 2019.


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