«Que acá el infante sea conducido a una escuela,
tal vez no sea un hecho tan merecedor de desprecio»
Sergio Raimondi
No es el Coronavirus, es el fascismo
En el año 1944 se realizó un pacto global que dio forma al orden económico que se avizoraba luego de la segunda guerra mundial.
En un hotel de Washington, semejante a una gran casa colonial, se discutieron, idearon y consensuaron los acuerdos para garantizar las relaciones comerciales y financieras entre los países más industrializados del mundo. Entre estos, cabe nombrar la creación del FMI, el Banco Mundial y el uso del patrón dólar como moneda de referencia internacional.
Tratando de ponerle fin a las políticas proteccionistas de entre-guerra, se buscó abrirle paso a una economía librecambista con un claro imperio triunfante.
En ese entonces, el grupo de aliados y ganadores alzó su voz y, de esa manera, puso en marcha las reglas del juego que duraron entre vaivenes hasta finales la década del setenta. A más de 76 años, recuperar el sentido ético y estético de esa congregación de líderes mundiales se asemeja a una quimera.
Parafraseando a Michel Foucault los nuevos caudillos del mapa global sólo han logrado imaginar una nueva gobernabilidad bajo las órdenes de una vida fascista. La realidad post pandemia se conduce a reproducir una interacción social dirigida por modos de vida de derecha de distintos colores: nos dirigimos hacia un futuro donde parece no existir el tiempo y los dueños del TEG no están dispuestos a poner las cartas diplomáticas sobre la mesa.
La gestión Trump, principal defensora y propulsora del muro con México, vanagloria la posibilidad de los cierres de las fronteras debido al desenlace pandémico provocado por el COVID19. Del otro lado del Pacífico, la cibervigilancia, la intrusión en la privacidad y el seguimiento autocrático de la gestión Xi parecen ser los componentes principales del paquete de medidas estatales chinas que buscarán expandir sus fronteras. Paranoia for export del siglo XXI.
El carácter de estas reglas excepcionales impulsadas por los líderes de las dos potencias mundiales de la actualidad ha encontrado en esta crisis la excusa perfecta para fortalecerse y posicionarse como la forma con las cual se buscará, de un lado y del otro, orquestar los nuevos ritmos triunfantes.
Por fuera de estos modos de vida conviven otros estilos de gobierno que han logrado, en el último tiempo, generar un nuevo signo vacío dentro del análisis político. Abriendo así un campo que requiere de palabras, interpretaciones y tiempo para llenarlo de sentido: si Argentina quiere bailar otro tango debe prepararse para yirar por otros cafetines.
Si la cintura alcanza, la disputa contra una vida absoluta podrá ser el camino por donde los populismos latinoamericanos y la socialdemocracia europea intentarán bifurcar estos caminos que conducen, lisa y llanamente, hacia una política xenófoba de puertas adentro centralizada en muy pocas manos.
Los paquetes de nacionalizaciones impulsados por Alemania, Francia e Italia en los últimos meses y el ingreso mínimo vital aprobado por el gobierno de coalición en España son mensajes deseosos de escuchar: acontece una nueva agenda por fuera del avance chino y el mantenimiento del status quo estadounidense.
El Bretton Woods de la derrota
Es probable que luego de la pandemia nuestros aliados sean otros. El hotel unificador no tendrá su santa sede en la ciudad de Washington, y sería saludable que así sea.
Argentina, España, Francia, Italia y Alemania están marcando una nueva zona de tratados en base a la semejanza de sus políticas de Estado. El mundo que vendrá tendrá otros Nortes. El Sur que se perfila deberá garantizarse soberanamente nuevas formas de existencia.
Aquí se abre otro paisaje. En Internet uno puede encontrar cosas maravillosas. La foto con mayor quantum de poder de la vida moderna fue realizada en Teherán en el mes de noviembre de 1943.
Tres grandes hombres con el futuro de la humanidad en sus manos.
Salvando el contexto, si Stalin, Churchill y Roosevelt supieron sentarse en un mismo lugar a discutir estrategias ante un enemigo visible como el nazismo. Los estados nacionales que buscan revitalizar sus democracias requerirán de imaginación política para pensar nuevas imágenes en búsquedas de una nueva forma hegemónica capaz de asumir al fascismo como el agotamiento del sistema neoliberal.
¿Serán la eurozona fortalecida y lo que queda de América Latina los actores políticos que podrán reservar una estadía hotelera en algún lugar del mundo para realizar el balance de un año donde la humanidad se humilló y se salvó a sí misma?
Lo que aparece como una amenaza es aquello que todavía no sucedió. Aunque el escenario más optimista se compara con una partida de póquer donde el rival puede mirarnos las cartas. Es momento de replicar esa gran desventaja: todavía queda una cuota de fortuna por la cual apostar.
Frente a un planeta que arde y líderes que ladran, la crisis aparece como una fisura insobornable. El shock externo del coronavirus dejó a la luz el verdadero enemigo común que tiene el capitalismo con rostro humano: el fascismo.
Cuando pase el temblor nos tocará el momento de elegir el bando de este mundo que se acaba: será el momento de levantar la alfombra de la Historia.
Un impuesto al paraíso
Es imposible entender el estado actual de las cosas sin pensar en el mundo digital. Al mismo tiempo, no hay lugar para comprender el mundo digital sin ubicarlo en la Historia.
La figura de un triángulo nos servirá para no recaer en una interpretación lineal. En un vértice colocaremos las crisis globales; en otro ubicaremos los movimientos del sistema económico que deviene de estas; y por último, la aparición y fortalecimiento de nuevos y viejos actores del establishment global. Resabios de una subjetividad sobornada por el presidente Fernández y sus filminas educativas.
Para no recaer en las habladurías del mundo, tan sólo recordar una de las mejores escenas de la primer película de la trilogía de las hermanas Wachowski: estamos en el momento donde Keanu Reeves interpelado por Laurence Fishburne debe elegir si toma la pastilla roja para llegar al fondo de la Matrix o si opta por la pastilla azul para despertar y olvidarse de todo lo sucedido, con la advertencia de seguir siendo un esclavo de esa realidad invisible.
Por suerte, dejar de ser un esclavo no requiere tomar una pastilla de ficción sino más bien recuperar ciertas líneas interpretativas.
El capitalismo de plataformas y las startups unicornios se perfilan como las grandes triunfadoras de este tiempo de crisis. CEOS y accionistas de estas empresas de capitales de riesgo, han multiplicado sus ganancias a escalas exorbitantes. En el caso argentino, la empresa MercadoLibre hoy cotiza aproximadamente en un número de 40.000 millones de dólares en la bolsa de Wall Street.
Para no terminar ingiriendo la pastilla azul, los estados nacionales deberán idear e implementar un sistema estadístico que releve y revele qué se hará en un futuro con esta enorme suma de capital, a sabiendas que estas empresas se han mantenido y han crecido en el último tiempo gracias a la relación fantasmagórica que mantienen con la ley ubicando sus ingresos en distintos paraísos fiscales.
Hace unos días, The Financial Times, publicó un artículo donde expone las cifras multimillonarias que manejarán en el futuro empresas como Amazon, Microsoft y Apple, las cuales han sido beneficiadas bajo el contexto de las compras en red y el teletrabajo. Para no ahogarse en números obscenos, preferible sortear la trampa cuantificable. Es mucho y ya: o se esconde o se reparte.
Recuperar, nacionalizar y regionalizar una tasa de impuesto sobre los monstruos GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple), las startups de nuestro país (MercadoLibre) y aquellas de nuestra región que han crecido bajo nuestro cielo (Rappi… Pedidos Ya) , recobrando la propuesta del presidente francés Emmanuel Macron a fines de junio del año pasado, será un paso importantísimo si se piensa en un nuevo contrato social que contenga al mundo digital y las nuevas riquezas dentro de sus ejes.
La nueva normalidad
La vida diaria protegida de mails y videollamadas expuso un nuevo esquema destinado a rellenar el vacío presencial con nuevas modalidades de trabajo. A su vez, aquellos trabajadores que sólo pueden trabajar con su cuerpo en la calle han dejado a luz un conflicto que late: ¿Cuál es el límite de las innovaciones tecnológicas? ¿Cómo subsistirá el trabajo por dentro y por fuera de lo digital?
El hecho de que haya una crisis no significa necesariamente que haya un aprendizaje. El mundo que habitamos alcanzó una realidad indecible para muchos y la palabra «virtual» ha logrado sobreponerse y alcanzar un status privilegiado.
Hablar de esta nueva realidad plantea sortear un pensamiento homogéneo. El estornudo imprevisto que expuso la crisis estructural, que acarrea el proyecto del capitalismo financiero imperante, ha puesto a la orden del día cuáles son los objetivos de los artífices del mismo. Habrá que repetirlo de otra forma: desde el mes de febrero MercadoLibre triplicó sus ingresos y sus acciones cotizaron un 20% en la Wall Street.
El gobierno nacional ya decidió marcar su tensión: Vicentín es el nuevo campo de batalla. Si de conquistas sociales se trata, regionalizar, cuantificar y generar un marco legal riguroso sobre las formas económicas que han adoptado el Amazon Latinoamericano y distintas empresas unicornios de la región es una tarea clave de la política que viene: los datos no serán los granos de hoy, tal vez sean los del mañana. A la soberanía alimentaria le faltará inclusión digital.
Incluso, habrá que tomar medidas excepcionales para sortear la crisis y entre estas, un fantasma recorre el arco político. Estamos en una ocasión de esas que obliga a pensarlo todo de nuevo: el mundo del trabajo es un gran ejemplo. Ojalá algún día decir reforma laboral no genere pánico.
La realidad del freelanceado tocó un límite y el ingreso fijo con su mote de pasado de moda luchó y ganó otra partida. No hay pasatiempos sin empleos, no hay trabajo sin regulación. Los que no entraron en el empleo de ayer son los de la IFE de hoy. Los que no entraron en la IFE de hoy son los que entrarán en las regulaciones del mañana.
Relanzar un proyecto nacional requiere de ironía y paciencia. Ironía para descomprimir la agenda discursiva mediática. Paciencia para generar un nuevo campo de posibles. Si Argentina quiere apostar por un mundo digital solidario debe comenzar marcándole la cancha a las realidades del trabajo de la economía uberizada.
Quizá el futuro no está allá
A comienzos del mes de febrero, las figuras emblemáticas del pensamiento demodé corrieron desesperadas a escribir ávidas y promiscuas interpretaciones sobre la pandemia y las múltiples aristas afectadas hasta el día de hoy.
Esa suerte de filosofía coyuntural o sociología espontánea dejó una gran enseñanza por fuera del contenido textual de sus publicaciones: no será un monólogo lo que cambie el mundo.
Los discursos rupturistas, aceleracionistas y conservadores se han enfrentado al castigo del virus y el pensamiento crítico: todos somos perdedores.
Uno podría imaginarse un escenario diferente: un equipo de fútbol llegando al vestuario luego de una paliza inesperada: es momento de conversar y aprender. Igualmente, los pensadores del prime time del siglo XXI no colgaron la toalla y apuestan por un mundo donde sólo opinarán los que ya opinaron.
Un Charly joven, melódico y fastidioso nos desafía con canciones del pasado: filosofía barata y zapatos de goma será lo único que nos podrán dar.
La fantasiosa y barata actualidad del pensamiento del Norte ha demostrado lo que siempre han querido hacer los pensadores escépticos con la dura y costosa realidad que nos toca vivir en América Latina: colonizarla desde un sillón.
Estos nuevos cronistas de catástrofes han encontrado en nuestra región su táctica infalible: esconder a los nuestros. Es importante recuperar y aportar que Argentina tiene una importante y no avergonzante tradición de pensamiento para llenar estos vacíos: recuperarlos será un compromiso con nuestro suelo.
Charly on demand: «sangre en nuestro hogar… ¿Por qué tenemos que ir tan lejos para estar acá?»
Entre esas figuras, el silencio del pensamiento romántico fue acallado por dos actores que se han recuperado en nuestro país: la ciencia y la política, los genios no-originales de la praxis. O mejor dicho, esos hombres y mujeres que han demostrado hasta el día de hoy su poder de construcción sobre las ruinas de la realidad. Una realidad más verdadera que la realidad que vivimos. Hablar desde el Estado y la Ciencia es hablar desde lo que está por venir. Quizá el futuro está acá.