Séptimo Arte
Josh Radnor había hecho de las suyas con la buena sátira «No other teen movie (No es otra tonta película americana)». Más tarde saltó a la fama mundial como Ted, el protagonista de la sitcom «How i met your mother». Con HappyThankYouMorePlease quiso repetir algunas formulas… según nuestro compañero, no le salió muy bien.
Por Arturo Van Verdern
HappyThankYouMorePlease
2010
Género: Comedia Dramática
Duración: 100 min
Reparto: Kate Mara, Malin Akerman, Josh Radnor, Dana Barron, Richard Jenkins, Zoe Kazan, Tony Hale, Pablo Schreiber, Fay Wolf, Michael Algieri, Peter Scanavino, Maria Elena Ramirez, Sawyer Novak
Director: Josh Radnor
2010
Género: Comedia Dramática
Duración: 100 min
Reparto: Kate Mara, Malin Akerman, Josh Radnor, Dana Barron, Richard Jenkins, Zoe Kazan, Tony Hale, Pablo Schreiber, Fay Wolf, Michael Algieri, Peter Scanavino, Maria Elena Ramirez, Sawyer Novak
Director: Josh Radnor
Sam Wexler (Josh Radnor) es el típico escritor frustrado por una interminable cadena de desencuentros, malentendidos y torpezas. Tiene la gran oportunidad: una audiencia con una importante editorial. Pero todo le sale mal. La resaca lo hunde en la cama y se queda dormido. “Anoche salí a intentar joderme la vida, y lo logré”, le explica en el epítome del nerviosismo a su amiga Ann (Malin Akerman).
Esas frases de irónica inteligencia se cuelan de tanto en tanto en diálogos demasiado cargados de emotividad y un dulzón saber a manual de autoayuda. Es el único rastro de herencia de “How I Meet Your Mother” (Radnor es Ted, el querible protagonista de la sitcom). La sagacidad y la ocurrencia no son necesariamente atributos presentes en los diálogos y las situaciones que “HappyThankYouMorePlease” ofrece. El deseo de golpear bajo se impone sobre la verdadera carga dramática.
Es el pecado de las películas que no terminan por definir su sentido. Y eso es “HappyThankYouMorePlease”: una comedia dramática que se tienta demasiado por el impacto trágico del golpe emotivo y se olvida de la espesura dramática y la agudeza humorística. Algunas reflexiones acerca del oficio de escribir (una costumbre del cine norteamericano), algunos indicios sobre los conflictos sociales encarnados en la figura de Rasheen (el niño negro abandonado) y muy esquivas referencias al absurdo burocrático de la Justicia, podrían haber hecho de la película una buena plataforma de cuestionamientos e interrogantes.
Sin embargo, la historia acarreaba el pecado original del lugar común: el adulto que se topa con un niño solo y abandonado y descubre su faceta paternal; la mujer desafortunada que solo se topa con hombres miserables y aprovechadores; la joven bella y caótica que se resiste a enamorarse pero al mismo tiempo es un racimo de histerismos; y un largo etcétera. Difícilmente pueda salir algo novedoso de esa fórmula. Aunque lo novedoso puede estar en la combinación de las partes y el tono y el punto de vista con el que se lo narre. “HappyThankYouMorePlease” no es ese ejemplo.
Es, como suele decirse, una comedia pasatista. La vida de un escritor desdichado, amigo de una mujer calva igualmente desdichada, que se topa en el subte con un niño negro abandonado (tan desdichado como los otros) y que desde ese momento ve su vida radicalmente cambiada. Ahora deberá cargar con la responsabilidad de un niño al que –no sabemos por qué- no reconoce ante las autoridades de la Justicia y, por lo tanto, lo mantienen en la ilegalidad. Más tarde habrá amores y desamores, diferentes formas en que cada uno de los personajes enfrentan sus relaciones. Sam conoce a su chica. Ann conoce al suyo. Todos, de algún modo, se ven enredados en una historia de amor atravesada por esa desdicha. Pero el tronco central de la historia es la vocación del protagonista a realizar siempre las cosas más absurdas que ninguno realizaría si lo piensa al menos media micro milésima de segundo.
Nunca lograremos descifrar cuál es la necesidad de los protagonistas de las comedias norteamericanas de comportarse como un reverendo idiota, como ninguna persona medianamente sensata se comportaría en su vida corriente. Cualquier podría suponer que en esa infrecuente idiotez radia el efecto cómico. Pero es demasiado: no hay necesidad de plantear el extremo de ser un tarado para generar nudos conflictivos que desprendan situaciones humorísticas. Sobre todo si la trama narrativa no acompaña ese idiotismo. De hecho, el ridículo es una forma que necesita asumirse como tal para lograr sus efectos. Eso es lo que supo lograr Radnor con “No other teen movie”. Pero cuando la trama no termina de decidirse entre el absurdo y la aspiración a la verosimilitud, el efecto cómico se disipa. Eso sucede en “HappyThankYouMorePlease”.
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