Hundirse entre las ramas de las pieles, es mas divertido, entregarse hasta hartarse, reventarse los ojos, pudrirse en una cama llena de olor a sexo, a lagañas de rímel, a collares tirados en el piso.
Cantar la verdad, desesperadamente en un grito a la madrugada, abrirse pero fundadamente entre los amargos calores del desengaño, encontrarse los brazos y las piernas llena de ojos.
La astucia de saber que todo se agotara en uno, dos o mil besos,
Cortar la fruta hasta hacerla miel, pulverizar el enigma del contacto venidero. Aplastar sobre el pasto recién cortado las naranjas incrustadas en nuestros cuerpos deshabitados.
Yo no quiero hacerte nombre, quiero tenerte en la sombra, encontrarte en el pelo de esa mujer rubia, que se arrima, en ese pasaje tirado entre la carne.
Acostumbrarme a verte tendido en esa lagaña pisada entre la bruma y las lluvias de febrero.