La belleza de una acción descompone el tiempo, despedaza su integridad y lo vuelve un instante pletórico, fundido en la exaltación de la experiencia, en la suavidad de una piel y en la dulzura de unos labios; el placer, elemento primal, traza ese nuevo marco de prioridades, y con él, reconstruye la realidad de esos cuerpos fundidos en uno solo.
Hay aquí algunas contingencias.
El paisaje, es una contingencia;
un pez con alas, también lo es.
Una cueva, un silbido fino,
la sabia ciencia y las noches,
las formas de las nubes
intentando emular la belleza,
son, todas, contingencias.
Las brisas, el agua
y hasta el mismo sol duradero
son una contingencia.
Pero nosotros dos, y tu abrazo,
tu lengua dorada,
eso es necesario.
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