Narrando
La bandera, el paño de tela coloreada, el sueño de un hombre revolucionario, al distinción de un ejército, la postura de una nación naciente, el suelo vivo en la faz de emblema, el cuerpo inmenso de un pueblo ondeando en lo alto de un mástil, la consagración de una especie, el recuerdo latente de una gesto, el olvido siempre siniestro, la mascullada empresa, la insalvable heroicidad, y otra vez la bandera, junto con las conmemoraciones, las prédicas y una tibia dilución de una idea en otra idea. Ahí surge el relato.
Por Daniel Bolten Núñez
De mañana, tipo 9 am, recién levantado pero en off.
Levantado significa para un Bolten un «off/on» de la perilla de la luz: off – no hay reacción mas que un saludo pobretón; un on – ya está, miraste fijo y va una catarata de puteadas en agresivo degradé.
En fin, aprovecho la hora y me dirijo a la panadería con nombre de lucha centenaria «Alcorta» por unos pares de facturas a lo recién horneados. Atendida por rubias, laboriosas y antañas señoras a las que…. al abrirme la presurizada, llaveada, blindada y encajonada puerta me aclaran: «la cerramos porque hay chicos malos que cruzaron por la vereda»… a bien, comenzamos con un tercer pie, ahora los chicos malos se los sabe a leguas y por las veredas, donde dejan de ser pibes «porque son malos», ellas sabrán no serlo cuando primero se señala…
Ingreso y simplemente atino a un «feliz día de la bandera», a lo que me contestan «gracias… igual, ya no es como antes, ¿no?, ahora no desfilan las agrupaciones tradicionalistas, tampoco la bandera más larga del mundo, mis hijos morían por ir a ver los desfiles, queee cosa maaas leeendaaa». A lo que le retruca una de ellas, todas detrás del mismo mostrador, «¡pero como que no! si pasaron por acá con el himno a la bandera los tradicionalistas, no ves que iban a izar la bandera en un ratito en el monumento, y la presidenta a la tarde». Y como la historia sin fin, «a no, ¿pero ella no va a estar, o me vas a decir que sí?»
El estado en «off» se sostenía aún sin mayores peligros, pero la cosa prosigue, sólo las miro… como hacia un abismo al que espero me digan, «¿qué va a llevar?», pero no sucedía. «Ahora, la cosa está muy política, ¿no?, esto de la presidenta, ba! de estos políticos, sin dudas antes era mejor», «eee… señora, siempre fue un acto político» termino hablando, a lo que la empleada salta de aquel abismo y dice: «¿sí, que vas a llevar?»… «6 facturas y un cuarto de pan»… alivio.
«Pero che, que lindo era, no sólo la bandera era el mundial», mientras señalaba las «faturas» elegidas a ojo, comento por lo bajo, «en mi pueblo aún festejan de la manera que usted cuenta»… terminamos la elección dulce y pesan el pan, escriben el precio y me dirijo a la caja…
«¿De que pueblo sos querido?», suena a mis espaldas, «De Curuzú Cuatiá, sur de Corrientes», termino de pagar y me dirijo a la puerta…»laaa pueeerta», «pueblo patrio!! fundado por el General Belgrano», retruca la que me cobró. Giro en mi eje y… tranquilidad bajo un «off» prolongado respondo, «sí, y además lugar de la primera bandera creada por Belgrano, sólo que en las batallas en la expedición del Paraguay para su independencia se pierde. Tenían tres colores, azul-amarilla-roja que también es la bandera de mi pueblo, y propios son las de la Gran Colombia -hoy Ecuador, Venezuela y Colombia-, y responden a un llamado revolucionario, liberto e independentista, la celeste y blanca la hizo necesariamente 2 años después, que por ahí responde a los colores de los reyes borbónicos».
Un poco excedido en la elocuencia, monótono, no para un feriado y de bandera, pero, para un mañanero panaderil, cualquier cosa es sacrificable. «Aaaa… ¡pero no me gusta el color rojo!, así esta bien, celeste y blanca nomás -y un largo- jaja»…
«Eee…. bueno, feliz día del mundial y lo que les quede del día de la bandera», y cierro la puerta.
Mañana a puro «Off, off, off» en un 20 de junio en Rosario.