Me abrazo de mi reminiscencia, lanzo injurias abyectas contra mis demonios;
beso la boca de mis anhelos, fieles musas que retienen y doman mis instintos salvajes,
esa figura carente de obligaciones, embutida en sus juegos y preguntas, sus valores elaborados y
dilatados;
reintegrando a mis entrañas la fuerza tan necesaria, tan vital, tan sólida.
Esa templada inocencia viene a mí,
a recalcarme que siempre fuimos uno…
Estaremos asociados hasta el fin.
Quizá no sea ni el primer ni último niño.
Texto: Eternamente sucedido – Por Bruno Angelino (Fragmento)
Fotografía: Fernanda Sosa
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No crezcannnnn es una trampa.