Escuché por
las galerías
el rumor
de que
habías marchado.
Me sentí
desprotegido,
como un
huérfano.
Sentí
el frió y
la inmensa
pena.
Escuché por
los patios
que habías
decidido
partir.
¿Es el hombre
merecedor
de tamaña tragedia?
¿Es capaz
de soportar
tal penuria?
Escuché por
las cantinas
que el olor
de tu piel
se había
desvanecido
de mis huellas.
Ansioso y
desesperado
me aventuré
a nuestra casa.
Un gran
silencio
abordó mi
alma.