Soldado de la dignidad
silbando bajito por la calle del empedrado
el humo temblando en el viento
el cielo llorando su canto
soldado de la libertad
vigilando su paso cansino
quiebra el silencio con su suave repicar
de talones arrastrados en el suelo
suelta un suspiro como un consuelo
se explica a sí mismo su propio pesar.
Soldado de la humildad
vestidos de harapos, de ropas rotas y mugrientas
de zapatos abiertos, de orgullo entero
con el rojo pañuelo cruzando su cuello
con su gorro coronando los cabellos.
Avanza malherido, sangrando su suerte
el fusil en su mano apunta al cielo
quemando los años entre disparos
firmando con honor la letra del tiempo.
Soldado del pueblo, de los callados
en un grito tremendo gritó sus sueños
como un llanto furioso que suelta broncas
y exige justicias, cobijos y alimentos.
Soldado de todos, de los ningunos
acaba su lucha en extremo silencio
no trasciende sus glorias singulares
de él la historia se acuerda siempre en plural.
Su voz es un furioso estruendo
su nombre una causa popular
no tiene fechas ni horas ni momentos
como soldado su vida ha de dedicar
en nombre de los sin nombre
y por la justicia de los más burlados
de un pueblo hermano en él encarnado.
Como bandera de los desplazados
como canto de libertad.