Sobre el río marrón se erigen
gigantes de concreto,
pudiente pasar, de quien todo lo devora
las aguas del ayer, prosiguen su andar
vomitan un cuerpo
de un pobre pibe dirán los unos
de un pibe pobre dirán los otros
arriba, en el altar del capital
el abajo es minúsculo
y allí, en el asfalto horizontal, la calle se pregunta:
«¿Cómo se ve la pobreza desde el último piso?»
la barriada obrera de banderas libertarias
las manos humanas de pan, golpe y caricia
ya no son más, o al menos por ahora
«Lo imposible se consigue en cuotas», y el estómago devuelve
del asco y de la rabia,
del artificio permanente
de la santa propiedad privada
de lo eterno e inmutable
de la reforma que no transforma
de la revolución mala palabra.