Crónicas | Criminal - Por Ernesto David Sánchez 

Nuestro cronista parecía perdido hasta que le abrieron la puerta. Minutos más tarde se perdió nuevamente, pero esta vez en un triangulo amoroso atado a un secretismo falso que siempre está por romperse. Un drama de más de dos décadas que se las rebusca para no perder actualidad. 


Llevo algunos minutos caminando por la misma manzana de punta a punta. Reviso varias veces la dirección que tengo anotada. ¿Dónde se supone que estoy? No veo ningún cartel en la cuadra. Insisto de nuevo, como si el hecho de pasar caminando otra vez por un mismo lugar hiciera aparecer de forma mágica la sala de teatro que estoy buscando y que no estaba ahí la primera vez que miré. Finalmente, me resigno y toco el timbre de una casa de familia, que se corresponde con la numeración que tengo agendada. Una chica sonriente se asoma a la puerta. Me siento en la necesidad de explicar que me pasaron esta dirección para ver una obra de teatro y ella, inmutable, me dice «Vení, pasá», como si fuese lo más normal del mundo, y se mete adentro dejando la puerta entreabierta.

Criminal carga con la ironía de ser una obra consagrada, puesta en escena de forma casi clandestina. Esta historia sobre pasiones ocultas y doble vida es la primera escrita por Javier Daulte, uno de los dramaturgos y directores teatrales más importantes de Argentina y España; y es interpretada por el grupo teatral Autorxs Materiales.

La historia trata sobre los conflictos personales que atraviesa una pareja, y sobre cómo se ven involucrados en esos problemas los dos psicólogos que los atienden. Drama, dramísimo, dramón. La trama se basa en las pasiones, mentiras y secretos que ocultan sus personajes, y juega mucho con mostrar diferentes situaciones en forma paralela. Intenso y turbio, al punto que el público aprovecha los chistes para relajarse un poco, pero sin llegar a reírse de forma totalmente desenvuelta.

El texto fue escrito en 1996 por Daulte, notoriamente influenciado por sus estudios de psicología, con una visión freudiana sobre las represiones, la identidad y las pulsiones de muerte, y una narración que se desarrolla enteramente en dos divanes de psicoanalista. Es importante remarcar la fecha porque, tras veinte años, los públicos cambian mucho y algunas propuestas que en su momento resultaban vanguardistas, hoy ya están bastante exploradas.

Mirando la obra, ni caben dudas del talento de Daulte. Criminal es una historia muy bien estructurada en cuanto a su narración, lo que permite que el público pueda entender los saltos temporales y espaciales sin marearse. A la vez, los recursos técnicos que eligió el grupo de actores realmente ayudan al relato.

La tensión de la historia se combina con el hecho de que la sala tiene capacidad para apenas dieciocho espectadores. Y si bien los temas que se cuentan no generan tanta polémica hoy día como debieron hacerlo en los ‘90, este sentimiento de intimidad que produce el espacio se potencia con la iluminación, y la tensión se puede percibir en la respiración general, o la ausencia de ella.

También está muy buena la cercanía con los propios actores, que están a pocos pasos de nosotros, y al mismo nivel del suelo. La puesta en escena tiene un ritmo creciente y los personajes van incrementando sus perturbaciones sin demasiadas pausas. No sé si esta progresión es una decisión de Daulte o del grupo teatral, pero las actuaciones la aprovechan para priorizar la intensidad de las emociones. A partir de esa elección, el dolor de los personajes se potencia, aunque los matices de los sentimientos se diluyen un poco y la falta de respiros en la trama hace que cueste mantener todo el tiempo una concentración plena, mientras la historia parece ser una locomotora sin frenos que aumenta su velocidad mientras conduce a sus personajes hacia un choque inminente.

En ciertas ocasiones, algunos chistes filtrados ganan una fuerza desmedida por su contraste con la tragedia mientras que, otras veces, las personalidades de los personajes son tan visibles que le quitan un poco de sorpresa a varios giros de la trama. Pero eso no es problema, porque lo interesante radica en la propuesta narrativa más que en la historia en sí.

Terminado el espectáculo, las personas se preparan para salir de la sala, pero el pasillo es tan angosto que todos quedan atascados. Entonces, los actores optan por saludar al público directamente en el «escenario» y no en el hall, como suele hacerse. Hay un aire de intimidad y familia también a la salida. Pareciera que el mayor mérito de Criminal está en su forma de reproducción. Ya me había olvidado lo mucho que el teatro independiente se llega a parecer al resto de los actos de amor; siempre beneficiados con la clandestinidad y la cercanía de los cuerpos.



Contacto

Criminal

Ficha técnica:

Dirección y puesta en escena: Martín Gigena
Actuación: Estefanía Salvucci, Mario Armas, Alejandro Cabral, Ignacio Paz.
Dramaturgia: Javier Daulte
Fotografía: Violeta Paulini
Audiovisuales: Juan Camelia
Escultura: María Clara Paulini
Asesoramiento musical: Ezequiel Diz
Operación técnica: Jorge Fariña Núñez

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