Desde las Islas, adentro de una sala de teatro, nos llega el texto de una obra que se quedó en la trinchera haciendo patria. Afuera, el enemigo se agrupa y crece como el frío. Nuestro cronista toma nota y con la memoria como bandera, suelta las sensaciones que despiertan dos hermanos que se niegan a rendirse, mientras en el continente nos mienten que «vamos ganando».
Entramos a la sala con una iluminación tenue y una leve neblina de humo. Sobre el escenario, dos figuras realizan acciones que por el momento no comprendemos. Es una historia que empezó mucho antes del momento en que nosotros llegamos.
Para entender Sueño Blanco tenemos que realizar un viaje doloroso. Un recorrido que debemos pero no siempre queremos emprender. Es el viaje que empezó como obligación para varios miles de chicos en el ‘82, y del que ninguno de ellos terminó de regresar.
Sueño Blanco es la historia de dos combatientes de Malvinas que resisten la embestida inglesa en un pequeño búnker improvisado al frente de un precipicio. En realidad, “resistir” es una forma de decirlo; más bien son dos hormigas intentando pelear contra un misil teledirigido. Superados por la situación, van perdiendo las esperanzas y la cordura. No tienen conocimiento militar ni refuerzos pero aún así no se dan por vencidos. Dos de los personajes más tristes y cómicos que se podrían encontrar en este paisaje gélido.
Las pequeñas miserias que aparecen bajo estas duras condiciones de vida no llegan a opacar el sentimiento de lealtad que los une entre sí. La bandera se desdibujó para ellos y la nación y el orgullo se convirtieron en palabras que no logran imponerse al frío ni al hambre. Solo una convicción sobrevive: su hermano es la patria.
A lo lejos, el enemigo se reagrupa sin tener conciencia de que dos argentinos anidan a pocos metros de su base. Pero ante la visión de soldados británicos bien equipados y alimentados, lentamente la cordura de los dos argentinos empieza a flaquear y la realidad se empieza a mezclar con el delirio patriótico.
Sueño Blanco es la nueva obra de Juan Pablo Giordano y Carlos Romagnoli; una obra que combina lo mejor de ambos dramaturgos. Dentro de los elementos que pueden identificarse a simple vista, el estilo de humor de Giordano tiene un color muy personal y su capacidad narrativa ayuda a la fluidez de la historia, mientras que Romagnoli nos regala nuevamente un diseño creativo de la escenografía, que va mutando a lo largo de la obra para cumplir diversas funciones y potenciar la conexión con el público.
Y si bien algunas situaciones parecen un poco repetitivas o se cae en el vicio del teatro argentino del gag por el gag en sí mismo, lo cierto es que es la primera vez que pude sentir parte de la desesperación y angustia que deben haber vivido los excombatientes en la guerra.
Sueño Blanco no es una obra memorable. Más bien es un trabajo que toca la piel como el frío de las Islas, y se queda pegado al cuerpo como una sensación. Una sensación que tal vez no recordemos, pero que nos modifica por el simple hecho de haberla vivido alguna vez.
Contacto
Sueño blanco en pradera del ganso
Ficha técnica
Dirección: Carlos Romagnoli
Dramaturgia: Juan Pablo Giordano – Carlos Romagnoli
Actúan: Juan Pablo Giordano, Nicolás Jaworski
Asistente de dirección: Cristian Bosco
Vestuario: Lorena Fenoglio
Producción General: Marcela Espíndola Galante