Mala década. El festejo, el morbo, la comida, los olores, el padre. Siempre se vuelve al padre, como una ley, como una trampa biológica. Siempre se vuelve al padre, aunque el padre sea pura ausencia. Nuestra compañera asistió a un fin de año en una casa de mujeres y nos trajo este comentario.
Tres personajes femeninos en la treintena. Fines de los 90. Las tres con nombres de esa generación: Celeste, Cecilia y Romina. Personaje omnipresente: el padre. Fin de Año. Una casa en Oliveros, cerquita de Rosario (aparece en la cabeza la asociación obligada con el Centro de Salud Mental. Y siempre un boludo preguntaba: «¿Oliveros, donde encierran a los locos?». «Sí, señor, vivo con los locos»). Será que es el último día del año, o el lugar, o la fecha, pero desde el comienzo se intuye una atmósfera a vencido, bancarrota, venido a menos. Esos días en esta zona tienden a ser insoportables, un calor tipo Mato Grosso mezclado con la tristeza tanguera e inmigrante desploman los ánimos de las personas. Cada conversación incluye algún comentario sobre lo insufrible del calor. Trascendiendo el bochorno de la transpiración, conspirando con aires acondicionados y ventiladores nos persigue la obligación de «festejar». En una escenografía sencilla, compuesta por unos pocos muebles y basura, destacan los artefactos y las nuevas tecnologías: los teléfonos inalámbricos y los celulares. ¿Alguien recuerda ese aparatejo que nos permitía hablar por teléfono y movernos por la casa? Estamos presenciando la génesis de los móviles, nada menos que la primera generación de los dioses de la comunicación. Dentro de la habitación está oscuro, es posible que afuera brille el sol.
Volviendo a los personajes: Cecilia, 34 años, hermana mayor de Romina, hija del padre con su primera mujer (Paloma); Romina, 30 años, hija favorita del padre con otra mujer (Abril), actriz, hermana menor de Cecilia, amiga de Celeste; Celeste, 31 años, novia del padre, la mini-madrastra, amiga de Romina. El trío reclama desesperado la presencia invisible del padre. Tienen actitudes infantiles y a la vez son hijas y amantes del padre. Viudo, separado, novio de una joven, amparado por su madre (Carolina), pasó por todas las modas, anda en moto, no se corta el pelo, no quiere envejecer. Pobre hombrecito débil. Lo llaman Rengo, forro, viejo… se llama Armando. Ellas necesitan su palabra, su cuerpo y su atención. Obsecuentes. Además de un pollo hay mucho podrido. Romina va a intentar recuperar el pollo y tapar la putrefacción a toda costa. Los alimentos, las pastillas, la torta, los tragos y los cigarritos son consumidos con una voracidad compulsiva.
En la obra se hace referencia a dos lugares que para los rosarinos son nuestros satélites: Córdoba y Buenos Aires. Si lo ponemos en términos de vínculos, Córdoba es la prima, se nos parece pero un poco, competimos, nos vemos más o menos seguido, somos de la misma familia del interior, canjeamos figuritas. En cambio, Buenos Aires siempre será la amiga snob o hipster de la que esperamos aprobación, una mirada, un gesto de reconocimiento. ¡Qué lindo sería salir en la foto a su lado! Nunca vamos a estar seguros de su cariño. ¡Vengan, dioses porteños, vengan a bendecirnos con su exquisita presencia, a cambio le daremos un poco de esencia argentina, un poco de nuestras raíces!
¿Las mujeres y sus feroces actos de celo son inevitables? Las amigas/hermanas todo el tiempo pelean entre ellas, desvalorizan al resto de las mujeres, a sus madres, a sus colegas. Ellas, como nuestras abuelas, siempre esperan el varoncito. En Amarás… no hay relaciones normales. Como mínimo son rebuscadas. ¿Confidencias sexuales entre padre e hija? Nunca visto. El femicidio de María Soledad Morales da morbo, la pedofilia del padre de su amiga gusta a la niña, los desaparecidos podrían ser asesinos asesinados. Temas serios tratados desde una vuelta tan increíble como los vínculos establecidos entre los personajes. Carla Saccani hace frente a los tabúes y logra una mirada distinta con un acertado uso del género dramático.
¿Cuánto nos pesan a las mujeres los mandatos familiares? ¿Cuánto pesa la figura paterna? El título es una orden patriarcalista. Desde el lugar que ocupamos como personas, seamos o no seamos algo en especial, cargamos esa cruz. Amarás a tu padre por sobre todas las cosas es una ley que estas mujeres parecen obedecer y llevar con gusto. Vas a ver que cuando llegue papá te hace unos mimos y se te pasa todo, ¿no? Este Verano del 98 no sabemos dónde está papá, nos faltarán los mimos y nos la tendremos que arreglar solitas con el festejo. La cumbia recién empieza.