Atravesado por la coyuntura nacional, nuestro cronista se metió entre las butacas de una obra que apunta directamente a los nervios del movimiento más amplio y complejo de la Argentina. Apuró el vaso, sin perder el equilibrio, y dejó escapar algunas carcajadas mientras tomaba nota para enviarnos lo que sigue.
Cosas que tienen los estrenos, ¿no? Cuando entramos al teatro La Morada, y el clima es tan fraternal que siento que estamos entrando a una sede de partido. En el ambiente del teatro todos se conocen entre sí y, como mi compañera es actriz, la dejo recibiendo besos y abrazos mientras ataco disimuladamente la mesa del vino que ofrecen en la entrada. Posterior a eso, nos dedicamos a debatir sobre escritura, periodismo y actuación, como la excusa perfecta para no soltar las copas.
«La Comedia Peronista es una obra que cuenta, en tono de comedia, los distintos avatares del peronismo en la actualidad. Metaforizado en una familia argentina con problemas, romances y traiciones. Dedicada a peronistas ortodoxos, heterodoxos, contemplativos y no peronistas»
No me gusta que me adelanten una lectura de la obra que voy a ver, por lo que no soy muy amante de las sinopsis de las gacetillas; pero tengo que reconocer que ésta describe perfectamente el trabajo. En La comedia peronista, el formato de comedia de situaciones se cruza con el humor político, y el público puede disfrutar tanto un estilo como el otro.
Para detallar un poco más, la historia empieza con Florencio y Amado –me pregunto a quiénes parodian–, dos amigos y compañeros militantes de tendencias diferentes del peronismo, que se juntan en la casa de Florencio para discutir algunos temas pendientes. Los reproches que se hacen mutuamente resultan muy divertidos, y les dan pie a las familias de ambos para sumarse en la discusión. Los demás personajes representan diferentes tendencias partidarias, y cada vez que uno aparece, implica nuevos amoríos y traiciones, hasta que todo se vuelve lentamente un quilombo sin demasiada coherencia.
Es la primera vez en que veo un tipo de humor en el que el doble sentido te lleva a lo político, y no tanto a lo sexual. Los primeros veinte minutos de la obra tiran toda la carne al asador, y el público no para de reírse. En medio del puterío, los personajes nos hacen revivir muchos de los sentimientos contradictorios que atravesamos en la última década, mientras sienten la necesidad de sacar los trapitos al sol.
La obra se inspira en la actualidad nacional, en la que el peronismo está debatiendo internamente la conformación del partido. Es una metáfora en broma del conflicto puertas adentro: viejas pasiones, deudas pendientes, personajes que entran por la ventana, otros que ni siquiera saben salir por la puerta grande y una hija chetita que tiene miedo que los de afuera la tilden de peronista. Todo se desarrolla en una casa con una decoración muy cocoliche, en donde los cuernos y los engaños se dan en diferentes habitaciones, pero bajo el mismo techo. El exterior no entra en discusión, ni tiene tampoco la capacidad de discutir, porque todo se percibe como gritos incoherentes, prepotencia y maullidos. Aunque es llamativo que una comedia que expresa al peronismo en un formato de familia no utilice el tópico del «padre fallecido» y la «herencia en disputa»; pero a lo mejor es porque la narración parece más interesada en reflejar la discusión entre tendencias, y no tanto la búsqueda de la nueva unidad y el liderazgo.
Por la mitad de la obra, cuando ya había quedado por demás de clara la propuesta, mi atención fue decayendo. A lo mejor este tipo de humor mixelado sea mucho más efectivo en dosis breves, como lo hace Capusotto en sus sketches, o como podría funcionar en una serie web de Youtube. La cuestión es que no llegué a distinguir demasiado bien todas las tendencias del peronismo que se trataban de reflejar, y los textos de los personajes se me hicieron un poco reiterativos. A pesar de la energía que le metían los actores, los chistes se desinflaban un poco y eran rellenados con gags físicos. Eso, o no confiaron en que resultara llevadero el contenido, y apelaron al gag para oxigenar. Si esa era la intención, funciona muy bien, porque la mitad del público los adoraba; pero si la idea era visualizar una cosa más integral, se hacía un poco cansino y sinuoso.
Antes del cierre, la obra hace fuerza para recuperar a los boleados y terminar con bombos y platillos. Los enredos explotan, mientras se proclama una moraleja final que no recuerdo muy bien. Después de los aplausos, mi compañera me mira y susurra «Vamos por acá» y abre sorpresivamente una puerta lateral que estaba camuflada a un costado de las butacas, para que nos escapemos sin tener que saludar a más personas del ambiente. Lo único que queremos es estar tranquilos para charlar sobre lo que vimos. Eso, y tal vez un poco más de vino.
Contacto
Ficha técnica
Idea: Rodry Bertol
Dramaturgia y Dirección: Pablo Fossa
Actores: Hugo Cardozo, Natalia Trejo, Rodrigo Frías, Belén López Medina, Julieta Sciasci y Juan Nemirovsky
Asistencia de Dirección: Julieta Pretelli y Martina Liguori
Vestuario: Flor Marting
Voz en off: Micael Genre Bert
Diseño gráfico: Belén López Medina
Prensa: Yeite Difusión