Por Agustín Gaite | Ilustración: Gastón Ferrero
Madrugada sin eras mi impericia
torpe cortesía tu pasar
son mis migas tu pan que me come
con hambre.
Madriguera cortala con humo
me devuelve el pucho sin prender
el olor a fruta prohibida
de tan lejos.
Las tostadas a tiempo sin eras
hoy óigame acaso el Sol que se iba
hoy que ya no es de este mundo
voy con el mareo
Ojos que ojeran de verdad.
No hay sin sentido.
Más tonto que aburrido; sin acento.
Hoy qué palabra, qué.
Desolación: otro altar de mi infancia
se hizo de día ocaso
Eras la noche o no a pie
ahora amarillo
nada más importa después del tierral.
Escribime con yemas de rayos
‘lavame puto’ en el auto de la razón.
Hacé tu trabajo:
en el más mugriento del amor
no mamés el espesor
y que paguen.
Dejá de esperarme
dejá de decirme.
Volviste a cargarme;
dormir no existió.
Contenido.
Vergüenza de no estar ante nadie;
tosca crisálida de flaco
verdad y sombra.
No eras lo que yo esperaba
madrugada; piel vieja.
-te pregunté-
Tu atacada me parte la luz
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