Cuentos | Conspiración contra la calvicie - Por Arnulfo Tarambana

Estoy bastante cagado. Es jodido el tema. No es una boludez. No me mires así porque lo que te estoy contando es en serio. Ya sé que vos pensás que es una boludez. Ojalá lo fuera. Para mí mejor. Vos me conoces bien y sabes que a mí no me va eso de hacerse el héroe. El falso mártir no es mi personaje. No me siento cómodo en ese rol. A mi dejame vivir tranquilo, no me hinches mucho las pelotas y yo feliz. No me interesa andar figurando, viste, como esos tipos que quieren protagonismo, que hacen cosas fuera de lugar, que se la dan de aventureros y que se yo, todo para salir en la foto y que la gente los reconozca en la calle y después los recuerde y pasen a la historia. ¡No, dejame de hinchar las bolas! Esa devoción por el heroísmo a mi no me va. Es más, me parece una pelotudez. Si algo malo tuvimos, es justamente el exceso de esos tipos que se la dan de salvadores, que se la dan de pioneros y salen haciendo cualquier huevada. ¡No me jodás! ¡Hay que bancarla como uno es, viejo! Para algo nacimos acá. ¿Con qué necesidad vas a andar arriesgando todo al pedo? ¿Para cumplir un sueño, una promesa, un ideal? ¡Dejate de joder! Eso de los ideales es historia pasada.

Con ese cuentito a otro, ¿me entendés? A mi no me vengas con eso de las convicciones, que un tipo hace algo porque quiere mejorar el futuro o se la juega porque está seguro o que se yo qué carajo. ¡Quedate piola y disfruta, querido! ¡no seas boludo! ¡avivate! Siempre hay un piola por ahí que te va a querer cagar y anda buscando al primer boludo que se crea aventurero para pasarlo para el cuarto. Viste, vos sabes cómo pienso. Esta es mi filosofía. Pero bueno, viste como es este tema del azar. Uno no elige lo que le va a pasar. Las cosas pasan, las situaciones se presentan y hay que estar ahí para enfrentarla. Acá si no responder, fuiste. Desapareces. Son las reglas del juego, no queda otra. Te ponen un obstáculo enfrente, o lo saltas o pegas la vuelta. No podes quedarte parado. Te pasan por arriba y anda a saber en qué termina todo. Es una fatalidad, ¡qué le vamos a hacer! Obvio que si vos me das a elegir yo hubiera elegido que no me pasara esto. Pero, ¿qué querés que le haga? No te voy a decir la pelotudez esa de ‘Dios quiso que me pasara a mí’, pero algo fue, algo, el destino, no se que mierda, pero algo hizo que esto me pasara a mí. Por algo me tocó a mí enfrentarme ante este hecho y descubrir lo que pasa. Viste como es que dicen que los descubrimientos más importantes se dan por casualidad y a las personas que menos lo esperan. Anda uno boludeando por ahí y, de pronto, sin comerla ni beberla, aparece en el medio de un negocio mafioso o está embarullado con cualquier quilombo groso. Así se destapa la olla, si no queda todo escondido, nunca nadie se entera de nada y nos pasaríamos la vida siendo cogidos por un grupo de tipos sin enterarnos. Aunque no sé si no pasa así. A parte, a los tipos como yo, que descubrimos algo, nadie nos escucha. Vos mismo estás pensando que esto que te cuento es una boludez. No me crees ni una palabra, no me digas que no. Te lo veo en la cara. Los ojos. La mirada revela. No hay verdad que se resista a la intensidad de una mirada. Es de cajón eso. Así que si querés que no te cuente más nada, decime. Tampoco es para que te me cagues de risa en la cara. Es algo serio esto. No es joda. Yo me estoy abriendo porque te considero un amigo, un tipo de confianza. No te vas a pensar que ando por la calle contándoselo a todo el mundo. No. Esto lo tengo bien guardado, es una cuestión muy delicada para ventilarlo ante cualquiera. Uno nunca sabe con quién se puede encontrar. Que se yo. Yo no lo podía creer al principio. Tampoco me la morfé fácil. Por eso te entiendo. Es complejo darse cuenta de que hay una organización así. Es como enterarse que hay alguien siempre controlándote, vigilando, que te tiene agarrado de las bolas y vos, ahí, indefenso, tenés que andar cuidándote el culo. Es así. Ahora hay que andar más preocupado por cuidar el traste que por vivir la vida. No queda otra. Si no, fuiste. Los vanidosos y a los distraídos son los que más rápido caen. Unos porque se creen que la tienen clara y, cuando se hicieron los valientes y la sobraron, chau. Los otros porque son boludos, nada más. Pero, en definitiva, terminamos cayendo todos. Es muy grande la cosa. Muy complicada. ¿¡Cómo haces para zafar!? Es imposible. Están en todos lados. Es como Dios, ¿te das cuenta? Yo esto lo descubrí en el viaje éste que hice a La Rioja. Vos sabés que en una estación de servicio, en un pueblito de mierda, perdido en el medio de la nada, en la provincia de Córdoba. Hacía como 5 horas que le venía metiendo por la ruta. 110, 120, más no, viste, hay que andar con precaución. Y esa monotonía, la insistencia del paisaje, viajar solo, todo influye para hartarte. Para colmo las radios de música que se enganchaban pasaban una música horrible, clásico, lírico, que se yo, me dormía si la ponía, entonces me tenía que clavar a esos boludos que tienen un programa de 8 horas seguidas y ya no tienen más que carajo decir entonces empiezan a hablar pelotudeces y a reírse como unos tarados o a hacerse los inteligentes y largar cada gansada que te da ganas de ir a buscarlos para cagarlos bien a trompadas. Por eso, antes que escuchar a esos boludos y seguir haciendo más mala sangre, ya tenía bastante con el embole que llevaba, preferí parar y tomarme un café, relajarme, despejarme un poco y después seguir. Me quedaba un trechito todavía. Así que llegué a la primera estación y pare. Una cagada, no sabes. Un solo surtidor y un barcito de morondanga que tenía 2 mesas nada más. Un mostrador y el tipo que atendía echado arriba, cansando no sé de qué, porque laburar no laburaba una mierda, y en una mesa, un tipo, extranjero, viste que a los de afuera los detectas al toque, bueno, a penas lo vi, me di cuenta. Era de algún lugar de Europa seguro. Blanco pálido, el pelo fino, bien peinado, elegante, sentado, mirando para adelante. Se notaba que no entendía un choto de lo que pasaba, que era de afuera. Así que me mando y me siento en la mesa que estaba libre. Le hago una seña al tipo del mostrador y me contesta moviéndome la cabeza. ¿Podes creer? Le llega un cliente cada muerte de obispo y en vez de poner un poquito de ganas, un poco, no te digas que sea muy servicial, pero ¡un poquito de atención, escúchame! Lo bueno es que el gordo ese –porque no sabes lo que era, un gordo todo traspirado, de hecho, venía con un poco de hambre yo, pero cuando lo vi, la mugre que tenía, desistí de pedir comida. Ahí me agarraba cualquier enfermedad, era un paraíso de bacterias eso-, te decía que el gordo seguro que era mala onda así con todos. Con el extranjero también. Era cantado. Esos tipos les importa un pedo de dónde vengas, nada. Están entregados, no tienen más ganas de nada. En el fondo me dio lastima el gordo. Aunque esto fue después, cuando fui pensando después. En el momento lo putee por dentro. Llegaba a decirlo en voz alta, capaz que el gordo agarraba para atrás y me cagaba a trompadas. Entonces, cuando le levante la mano, me quedó mirando el gordo. Le pedí un café y mientras esperaba, el extranjero, desde la otra mesa, no sé qué comentario me hace. Así, al pasar, como para sacar charla. Al principio pensé que era por el embole que tenía, el tipo estaba aburrido, solo, en ese sucucho y bueno, me tiró a ver si respondía y podía entretenerse un rato. Para matar el tiempo, que se yo. Capaz que tenía que esperar un rato más, no sé, viste como son esa cosas de los negocios que cronometran todo, calculan los segundos hasta cuando tienen que echarse una meada. ¡Una cosa de locos! Bueno, resulta que el tipo se levanta y se me viene para mi mesa.

–Permiso- me dice.
–Si- le digo -no hay drama-
Se le notaba el acentito de afuera. Aparte hablaba para la mierda el tipo y no se le entendía una goma por momentos. Pero, bueno, charlar con un extranjero me iba a entretener mientras me clavaba el café.
-¿Viaje de negocios?- me tirá.
Viste, no le podía decir que viajaba porque estaba al pedo nomás. Que se yo, me quería hacer un poco el importante. No me conocía nadie, no iba a quedar mal.
-Sí, vió como es esto- sanateé.
-Sí, sí, hay que saber llevarla si se quiere contar los billetes después- me dijo el tipo y largo una risotada exagerada, desubicada.

Los tipos que no sabes reírse, vos sabes, me caen para la mierda. Viste esos que se reían a los gritos cuando no da o los otros que no sueltan la carcajada ni en una fiesta. Hay todo un misterio en el tema de la risa. Es como con el enojo. Hay que saber enojarse, medir los tiempos, apreciar los momentos. Es toda una inteligencia. Bueno, este tipo quería quedar bien y largo una risa que no daba para el lugar. Yo le sonreí, para quedar bien nomás. Y le pregunte de donde era, que andaba haciendo, todas esas huevadas que por formalidad se le preguntan a alguien que recién conoces pero que en realidad no te importa un carajo. Y cuando empezó a hablar, efectivamente, yo hacía como que lo escuchaba pero estaba en otra, como se hace siempre, y el tipo contaba, que era de Inglaterra, que había venido una vez a la Argentina con la mujer, que ahora murió, que se dedicaba a tareas administrativas y de logística, que estaba en contacto con el Gobierno, y que se yo. Yo cazaba alguna que otra palabra que decía y pensaba que me estaba chamuyando, te imaginas. ¿¡Qué iba a hacer ahí si tenía tanto contacto!? Pensé que era uno que estaba como yo y había decidido tomarle el pelo a un boludo para pasar el rato. Pero vos sabes que el tipo seguía contando y se lo notaba convencido. Si era verso, actuaba muy bien y se había estudiado muy bien el libreto. Le metía y le metía, muy fluido, con detalles, que se yo. No me cerraba tampoco porque me contaba eso a mí. Después fui asociando. Y ahí me fue contando de esta conspiración. Resulta que el tipo era un agente de inteligencia que estaba en Argentina porque, al parecer, es acá donde se está caldeando todo, porque acá viven los empresarios que bancan el tema. Son unos cuantos tipos ligados a empresas multinacionales que ponen la guita para llevar a cabo toda la operación. Detrás de todo están los yanquis, viste. La CIA. Es una maniobra política, una estrategia de control. Y los ingleses los quieren agarrar y hacer bosta, para quedarse con el negocio. Hay pica entre ellos. Los ingleses no se bancan que la colonia se les haya rebelado y le choreé todos los negocios. Sí, se hacen los amigos, van a la guerra juntos, pero después se hacen mierda por atrás. Son unos hijos de puto. Y encima pagamos el pato nosotros. Bueno, la cuestión es que a nivel mundial se está desarrollando esta conspiración contra los pelados. Cuando lo escuché me quede helado. Así, con esa cara que pones vos ahora. Pero no es joda. Escucha bien. Parece ser que los últimos estudios científicos descubrieron que la causa de la calvicie es un desarrollo superior del cerebro. Viste, como el chiste ese de que los pelados son pelados porque son más inteligentes. Bueno, parecía una pelotudez pero no, es posta. Es así. ¿Podés creer? Los pelados generan no sé qué carajo en el cerebro que supura por la piel y les hace caer el pelo. No sé, alguna de esas cosas biológicas que nunca voy a entender, que se yo. Como el tema de los medicamentos y esos nombres raros, que los médicos te recetan y vos te falopeas confiando. Capaz que es la confianza la que te cura y no los remedios, viste como es. Un tipo con delantal te vende cualquier buzón. Pero la cuestión es que los pelados son más inteligentes. Eso sí, no todos los pelados. Algunos son pelados porque se les cae el pelo. Después son unos brutos como cualquiera de nosotros. No es mecánico esto. Hay pelado que son flor de pelotudo. ¿No vamos a creer que el Chito es una mente superior? El Chito es pelado porque es pelado. Y es un pelotudo porque es un pelotudo. Pero bueno, la cosa es que unas cuantas empresas lo que quieren hacer es combatir a los pelados, porque son una amenaza para sus negocios. Viste, los pelados pueden pensar más y son un enemigo. Todo el que piense y se resista es riesgoso para estos culeados. Nosotros los puteamos, les decimos que son unos hijos de puta, hablamos del consumismo y de toda la bola, pero después vamos y nos compramos cualquier gansada que nos pongan en vidriera. Pero los pelados, no. Los pelados se resisten. Aparte tienen un mercado mucho más acotado. Viste ahora con toda esta cuestión de los metrosexuales, la moda, las cremas y todo ese mercado de la cosmética. Bueno, los pelados están exentos. ¿¡Para qué mierda quiere un buen champú un pelado!? ¡Si es pelado! Las cremas para el pelo, cera de brillo, geles, lociones, crema de enjuague, modeladores, todo eso los pelados lo combaten. Y si la cosa tiende a crecer, porque los pelados se las ingenian y educan, transmiten sus capacidades, va a haber más pelados y las empresas pierden guita. No es bueno que haya tantos pelados, viste. A los tipos les conviene la gente con pelo largo, que consuma y no rompa las bolas con preguntas. O que pregunte pero consuma igual. Total a ellos les da lo mismo, con tal de que gatillen. Bueno, entonces el tipo este me contaba todo esto de la conspiración y que la CIA estaba detrás, que había misiones a los países que tenían mayor índice de calvicie y que nosotros estábamos entre los primeros, que tenían fichados a casi todos los pelados y que había campañas publicitarias en contra. El tema es que toda esa estigmatización de los pelados es parte de toda esa operación. Los tipos, fijate vos, hacen pasar a los pelados como boludos, los marginan, los colocan como enfermos, que padecen un mal por ser pelados, les dicen a las minas que no los busquen, las convencen que es mejor los que tienen pelo y, bueno, poco a poco van haciendo que los hombres se rehúsen a ser pelados. A partir de esto empezó a crecer la industria del tratamiento capilar. ¿Viste que está lleno ahora? Antes no existía. Pero a partir de este descubrimiento, por todos lados hay una mina que hace masajes en la cabeza, otro que vende un champú con aloe vera o el otro que te encaja una dieta naturista para evitar la caída del cabello. ¡Hay especialistas ahora! ¡Médicos que muestran la chapa orgullosos! Todo una cantidad de gente que esta laburando al servicio de la causa imperialista de los yanquis, sin saberlo. ¿¡Te das cuenta lo que es!? La perversión no tiene límites. Pobre gente que se la rebusca y no sabe que está contribuyendo a aumentar el poder de los otros hijos de puta. Nos hacen cavar la propia fosa. Viste. El ingles este me contaba todo esto. Y yo me entusiasme y me pedí otro café. Y el tipo seguía largando y largando. Yo no caía porque me lo contaba a mí. ¿Qué tenía que ver yo? Al rato me cayó la ficha. Estos tipos no hacen nada por casualidad. Tienen todos los movimientos estudiados. Seguro, este ingles me conocía. Me venía siguiendo. Sabía que iba a parar ahí. La tenía clara. No es de casualidad que me hablo, me sacó tema y se me acercó a la mesa. El tipo tenía que hacer contacto conmigo. Es parte de la estrategia. Vos me miras como diciendo qué tengo que ver yo, si no soy pelado. Está bien, no soy pelado. Pero, escucha. Mario, el padre de mi mujer, ¿lo ubicas?, es pelado. Tito, mi hermano, pelado. Juancito, al flaco que vive al lado, pelado también. Jorge, mi socio, pelado. Nancio, el amigo de Jorge que siempre va a tomar mate a la oficina, es pelado. Horacio, estamos siempre juntos y, oh casualidad, es pelado. Mi viejo mismo era pelado, no del todo, pero era bastante pelado. Estoy rodeado de pelados. ¿Qué te quiero decir con esto? ¡Soy el hombre clave! ¡Date cuenta! Si necesitan un contacto para atacar a los pelados, ese contacto soy yo. Los tipos van a venir a buscarme. Me van a querer comprar. Me van a ofrecer guita, minas, viajes, puestos importantes, que se yo, de todo. Van a usarme como puente. Por eso el ingles se me acercó. Me quiere para ellos. Me seduce, se me hace el amigo, son bichos. Me engancha y ya me tiene en el bolsillo. Después es fácil. Les brindo un servicio. Te das cuenta. ¡Lo que son las cosas! De casualidad quedé metido en un conflicto internacional. Soy un actor clave en una disputa entre las potencias mundiales. Estoy siendo perseguido. No sé si ahora no hay gente vigilándome. Mira aquel tipo. ¿No lo notás sospechoso? Yo sí. Desde que me enteré, aprendí a controlar mis alrededores. Miró a quien tengo cerca, quien camina atrás mío, reviso los lugares, controlo todo. Hay que estar prevenidos. Si no te pueden comprar, estos te boletean. Es peligroso. ¡Lo que son las cosas! Así, de casualidad, parando a tomar un café, me enteró de que estoy hasta las manos en un quilombo de la san puta. Esto es la globalización, viste. Hasta los que parecen los más boludos estamos en peligro. Por eso tengo que cuidarme. No puedo andar soltando esto a cualquiera. No es para que sea noticia. No me interesa tener protagonismo, pasar a la historia y todo ese verso. Tengo que mirar para todos lados, los oídos son como radares. Por eso hablo bajito. No sea cosa que alguno de por acá escuche. Está lleno de traidores. Esta tu mejor amigo te puede cagar. No hay que confiarse, no hay que regalar nada. Y ahora que lo pienso, no sé si hago bien en contarte esto. No es por nada, no es que desconfíe de vos. Pero, viste como son estas cosas, uno nunca sabe. Quien te dice que no te pagaron. Capaz que por eso me mirabas con esa cara. Por eso no me creías. O te hacías el sorprendido, para hacerme entrar y que me deschave. Que se yo. Acá todo es posible, uno nunca sabe. El hombre es débil a esas tentaciones. Por eso, no te puedo contar más nada. Disculpa. Lo dejo acá. Prefiero irme y no perder la amistad. Yo no me quiero arriesgar al pedo. No me va hacerme el héroe, vos sabes. Eso de las aventuras me parece una boludez. Por eso mejor no te cuento más. No sea cosa que me agarren. Es jodido esto. Es complicado estar perseguido por semejante organización. Y hacerme el mártir al pedo, no, eso no me va.

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