Cuentos | Perfectos perdedores - Por Luis Alé

Caminaba hacia su encuentro preguntándome si era correcto lo que estaba haciendo. Las reglas decían explícitamente que no los podía ayudar, tan solo observarlos cuando actuaban bajo presión o tensión como quieran llamarlo. La cuestión era que este sujeto por casualidad me había visto y durante un tiempo me jodió la vida (no puedo aclarar esto, específicamente, porque no se con seguridad en qué limbo estoy), convocándome, lo cual, según él, le ahorraba un psicólogo. En definitiva llegue al encuentro de este pobre tipo manipulado por el deseo: agradezco a quien corresponda, que ya abandone esos vicios.

El delirante me observo con esa mirada de prisionero que no sabe porque está ahí, me saludo con un simple hola, y con la vista le di la señal, para que arrancara con su relato, el que espero sea interesante, sino me está quitando un momento de eternidad de mi dificultoso trabajo. Vale anotar que me pareció graciosa su manera de hablar, con demasiados ademanes y su falta de pronunciación de la letra “s”, típico de estos lares; la gente habla así.

Mencionando a la gente, ésta nos observaba como si estuviéramos haciendo un intercambio de droga por dinero, tal vez mi apariencia de estar vestido de negro le alentaba a interpretarme como un «deeler», la cuestión es que no quiero seguir distrayéndome en un relato innecesario, como en ¿qué piensa el resto de los transeúntes?, los cuales por el horario todos eran de corta edad. Listo ahora si arrancamos, el sujeto comenzó su historia de la siguiente manera, “que puede decir siempre durante un tiempo prologando no paso nada, pero buenos mis amigos éramos bastantes unidos, no había mucho que hacer más que las típicas huevadas de siempre, ponernos en pedo, encarar minas a lo loco, reírnos de si alguno se comía algún bichito, teníamos nuestro propio rito o misa como quieras llamarlo, que era el asado con Fernet, ah me olvidaba también prendíamos fuego”. Aclaro que esto último no me parecía tan normal, solamente unos desequilibrados de mierda podían hacer tal cosa, pero debo ser fiel a lo dicho por este extraño, sino mi finalidad de buscar alguna verdad, se volvería estéril.

Prosiguió el delirante, “bueno todo venia más o menos, rutinario, para mi opinión bastante aburrido, pero no había muchas opciones en este agujero, el destino o lo que sea, tal vez la casualidad, como le gusta a los científicos, los hice romper nuestro código interno, aunque creo que en verdad fue por decisión de ellos, la calentura que tenían con estas minas, aunque siempre considero que la gente me hace caso cuando hago o digo estupideces”. Calculo que es poco interesante el relato de cómo fue el impacto de introducir femeninas en un grupo de cavernícolas y tal vez en informes posteriores realice un estudio exhaustivo de este problema.

Después de media hora de hablar zarandases, llego al punto que debo informar, el problema cuando en los humanos mediocres se interpone la lealtad de la amistad con el dispositivo explosivo del deseo, y en las estupideces que se pueden envolver los deseantes, un verdadero torbellino de incertidumbre, creado con una artificialidad sin sentido. Ulteriormente la recitación fue de la siguiente manera:”o sea estaba todo listo, ya habíamos cenado en una velada espectacular, digamos que lo que nosotros entendíamos como una noche interesante, era hablar al pedo y cagarse de risa, encima acompañados de un par de minitas que estaban una más buena que la otra,, a una de ellas le había echado el ojo, por lo tanto me la iba a jugar, total no importaba las consecuencias, igual ya había arrancado a tirarle unos tiros, preparando el terreno de juego”. Ahí se detuvo entre sonrisas, por lo que creo se estaba acordando de algún evento, la cuestión que esa mueca era más de frustración, no transmitía ninguna alegría, en esa pausa intente prevenir lo que se vendría. “en el típico momento de indecisión, nos dejamos llevar arrastrados, por esos hermosos cuerpos vestidos de femineidad imposible, al lugar de mierda ese, donde todos van a hacer facha y creerse lindos. Yo me afirme a mi mismo que era el lugar perfecto. Llegamos, todo piola, me hice el boludo un rato con mis amigos, nos comenzamos a mover un rato, voy al baño, me hablo en secreto a mí mismo, salgo afuera y tengo mi propio 11 de septiembre simbólico, se me tumbaron las esperanzas, mi amigo estaba a punto de estar con ella, por lo tanto mi código de amistad entraba en juego en contra de mis emociones, decidí hacerme el farsante y disimular que todo está bien, seguirle la travesura a los dos”. Interesante narración, típico de lo que transcribo en informes, todo esto me parece tan distante.

Retomo la línea argumental “¿Qué sucedió las semanas siguientes?, intenté olvidar, realmente no funcionó mucho, luego intenté negar todo, tratando de hacer la gamba a mis otros amigos, luego entre en un etapa de estupidez cósmica con el fin de encubrirme y al final terminé vomitando veneno, todo esto bagaje en el transcurso de 3 semanas. Después de darle vuelta a la cuestión, decidí volverla a jugar, pero esta vez era un plan suicida, ya que no tenía chance alguna de salir victorioso”. Otra pausa, el delirante se toma un profundo respiro y emprende a enhebrar palabras nuevamente “Mi idea era perder, total sabia que me iba a decir que no, pero eso sí, quería una derrota elegante, por lo menos para que después en un futuro me lamente, por mi inacción. Entonces proseguí a planificar minuciosamente mi derrota, obteniendo la negatividad, podría resolver la situación del grupo, reconciliarme con la lealtad y pasar a otras cosa”

Solo los buenos dramaturgos, puede complicar la trama, la planificación de una derrota, tan meticulosamente, comprueba que todos los sistemas son vulnerables a las pasiones individuales. “Sabes, Esteban, que cuando puse los huevos sobre la mesa, me descolocó a decirme que si y por supuesto agarre viaje y ahora no se cómo mierda va a seguir esto”, el delirante lanza una carcajada esquizofrénica, se levanta y me tira esta frase “Igual todo me importa un carajo, a esta altura, en definitiva nunca se puede prevenir nada” y se va caminando. En el banco reflexiono, como un tipo puede fracasar en su derrota, el azar, algunas veces le gusta hacer feliz, a los deseantes.

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