«…cambio las cosas constantemente de lugar, a modo tal que termino convencido de haberlas perdido. Súbitamente las cosas aparecen. Solas. Y me sumerjo en la conciencia real de mi estupidez. La cabeza no siempre esta donde mis hechos creen; quizás le pierda importancia a los pensamientos o mas bien olvido lo perdido. Espero que esto explique porque se han extraviado los errores del pasado, posiblemente en ese mismo momento fueron perdonados. «
Peter A.
Dudo con absoluta certeza que tenia una enfermedad mental no tratada, solo estaba desesperado. Creyeron que la internación iba a devolverme a un principio de orden y autoridad pero se equivocaron una vez mas, al igual que yo la tarde del mes de otoño cuando tome una decisión apresurada.
Tenia un conjunto de perturbaciones emocionales, y me deje llevar por el impulso de la desesperación. Escuche tras la puerta decir un día que estoy catalogado como egosintónico porque niego tener el problema que padezco. ¿Problema?, no, problemas… y estando donde estaba no iba a poder solucionarlos, así que escape de «nueva vida» -bonito nombre para un centro de salud mental-.
Deseaba tanto irme que si me hubiesen puesto la camisa de fuerza, seguramente dejaría al famoso Houdini en vergüenza, solo que no estaba en la alturas de un rascacielos sino entre cuatro paredes, a decir verdad, cinco contando el techo.
1416 horas, 84960 minutos, 5097600 segundos. Dos meses. Tiempo suficiente para pensar de que manera huir, tiempo suficiente para empezar a enfermarme.
Hasta dicho momento dudaba de todo, hasta de la muerte y en ese mismo instante el previo a escapar se me abrió una nueva perspectiva que me permitió burlarme de ella, porque sólo di cuenta de que la verdadera existencia está vedada a los ojos humanos mientras la realidad era mi propio espejo.
Me costo tiempo entenderlo, pero sólo a través de la prueba y del error, probablemente llegue a la verdad que siempre estará condicionada por otra, ya que jamás llegare a ser dueño absoluto de mi razón. La locura hace dudar a muchos, lo se.
Fines de marzo. Mi libertad producto de la auto-evasión estaba en compañía de la ciudad abrigada con una manta de hojas amarillas, el sol se ocultaba de la tierra y yo de la incomprensión que me generaba la sociedad. Pero era mejor seguir siendo laico que comportarse mal dentro de las órdenes, de dicha manera me había convertido en el mejor actor de la faz del universo, así que actué, como hace la mayoría. Estando en contacto con el mundo puedo ver que es una gran familia y es necesario vivir con naturalidad y simpleza; solo así puede prosperar la vida. Pero no logro derribar mis propios muros. La vida es un viaje que se parece a la vida; dulce y bestial solo que hace tiempo la caña de azúcar no endulza y ya no quiero viajar mas por esta ruta.
Aveces escapar no es la solución.
Morir, para volver a renacer. En otra tierra desconocida, a esa que todos llegan pero algunos habitan.