No es fácil para mí contarles esta historia. Yo sé que no me van a creer. Pero les juro que lo que les voy a contar es cierto. Yo sé que muchos de ustedes van a pensar que estoy de la cabeza, o que me fumé un caño, pero les puedo asegurar que los personajes de esta historia están tan vivos como ustedes o como yo.Voy a empezar contándoles lo que me pasó a mí. Todo comenzó una noche, yo dormía, y empecé a soñar. Soñé que estaba llegando a un lugar de mucha vegetación, algo así como una selva. Caminaba lentamente, pero firme, como sabiendo adonde quería ir. Me acuerdo que los pies me pesaban, y me sentía herido. Era consciente de que estaba soñando. Caminé unos pasos más y me tiré de rodillas al piso. Lloré, estallé en lágrimas y me entregué. Ahí quería quedarme, entregado a un Dios miserable que me había condenado a vivir en un infierno. Apoyé la cabeza en el piso y cerré los ojos. No recuerdo nada más. Cuando los abrí –todavía dentro del sueño- estaba en el medio de la selva. Había varias personas alrededor mío:
-Estás a salvo- Me dijo el tipo que me sostenía
Cuando lo miré me sentí comprendido, sentí que sus ojos sabían de mi dolor. Tomé aire y comencé a desahogarme:
-Me excita mi propio pene- le dije avergonzado -siento terrible excitación por mi pene cuando se erecta, tengo tremendos deseos de lamérmelo como un perro. Quiero agacharme y chupármelo y no llego, me fastidia eso. Estoy desesperado. No encuentro otro objeto de deseo.
El tipo dejó que mi cabeza reposara cómodamente en su muslo, mientras yo me extendía respecto de mis angustias.
-Es un problema -agregó- pero no debe ser el único…..
-No, estoy desocupado, mi patrón me echó después de que le laburé veinte años.
Mientras hablaba había algo en mi cuerpo que me llamaba la atención. Una sensación, algo que me recorría las venas y me daban ganas de vivir como hacía tanto tiempo no me pasaba. Los rostros de los tipos que me rodeaban brillaban, parecían felices, y cada palabra que me decían me llegaba como nunca antes, las emociones estaban a flor de piel. Pero en seguida me acordé que estaba soñando y que todo se esfumaría ni bien me despertara.
-No tiene sentido esta charla- Le dije a Jaime, que así se llamaba el tipo que me había rescatado.
-Dentro de un rato vos y esta selva van a ser un recuerdo de un lindo sueño y nada más.
-¿Me querés decir que no soy real? – ironizó
-Vos y tus compañeros son un producto de mi necesidad. Necesitaba un sueño feliz y lo tuve, ya está. No tiene sentido seguir haciéndome ilusiones.
-Tu postura es soberbia –me dijo Jaime un tanto ofendido- yo también te podría decir que vos sos irreal, que yo soy el que está soñando y vos sos mi creación.
-Esto es ridículo!! –me indigné- esta discusión no tiene sentido, lo único que me faltaba, que se me retobe un personaje de mi propia creación, es absurdo.-Esta bien, esta bien, hagamos una cosa –retomó Jaime más conciliador- tu postura es que nosotros no somos reales, que sólo existimos porque nos estás soñando, y la mía es que somos tan reales como vos. ¿Porqué no ponemos una hora y un día y nos encontramos cuando estás despierto?La propuesta me pareció una tomada de pelo. Estuve a punto de mandarlo a cagar, pero la acepté, vaya uno a saber porqué.
– ¿OK, en donde nos encontramos?
– A las tres de la tarde, mañana, en San Luis y Maipú.
– Perdón, ¿Eso en donde queda? – Preguntó el tipo que estaba a la derecha de Jaime.
– ….No claro –siguió Jaime tratando de explicar- lo que pasa es que Rosendo no es de Rosario, acá en la selva hay gente de todos lados.
-….en fin –seguí yo tratando de cortar con toda esa historia que ya me estaba cansando- si les viene bien el horario quedamos así……..
Eso fue lo último que dije. No recuerdo otra cosas de ese sueño. A la mañana siguiente todavía registraba las caras de esos tipos que había soñado y de esa selva. Pero seguía pensando en que solo un tipo como yo podía generar sueños tan retorcidos. Igualmente quería ir a las tres de la tarde a San Luis y Maipú, por lo menos para que si en algún otro sueño me encontraba con aquellos personajes pudiera mandarlos bien a la concha de su madre, y decirles que eran unos mentirosos. Cuando se hicieron las dos de la tarde partí. Los esperé un rato. Sabía que lo hijos de puta no iban a venir. Sabía que me habían agarrado para la joda. Se hicieron las menos cinco y después las tres y los concha de su madre no aparecieron. Rogaba a Dios soñar de vuelta con esos hijos de una gran puta, juraba por Dios y todos lo Santos que me iba a vengar, no había derecho, porqué siempre era yo el pato de la boda. A las tres y diez, cuando ya casi me estaba yendo, un tipo se acercó a preguntarme la hora.
-Las tres y diez –respondí de mala gana
-Bueno, diez minutos tarde no es una mala marca –me dijo el tipo.
Cuando lo miré mejor distinguí en él la nariz puntiaguda de Jaime, los pómulos prominentes, la tez morena, la mirada penetrante, y el brillo en los ojos. No cabía duda, era él
–Rosendo va a demorar un poco, la ruta está cortada por los piquetes.
A la media hora cayó Rosendo. Yo no salía de mi asombro. Sentía que mi sentido de realidad se había trastocado. ¿Cuál era el límite entre la realidad y la ficción? ¿Hasta qué punto el sueño es verdaderamente un sueño?
-Todavía no entiendo –le dije a Jaime- estoy un poco mareado.
-¿Tanto te cuesta pensarlo? Nosotros vivimos igual que vos, somos de carne y hueso, y también soñamos. Cuando vos soñas, te conectas con nuestros sueños, es eso, nada más.
-Es increíble, nadie me va a creer…..
-Es que tampoco le pasa a cualquiera -Me cortó Jaime. Vos te conectaste porque venías golpeado, la vida te había dejado en un rincón.
-No fue la vida, fue mi patrón
-A vos tu patrón, a Rosendo la policía, a los otros compañeros la sociedad. Todos venimos golpeados. El capitalismo nos está matando de apoco. Mañana si te podés conectar va a haber una asamblea en la selva. Los compañeros van a contar sus experiencias. Sería bueno que cuentes la tuya. ¿Te espero mañana?
Sin dudarlo me comprometí. Por su puesto, no estaba seguro de poder conectarme. Dependía de cuan relajado me acostara esa noche, y de cómo evolucionaran mis sueños.
Esa noche no me costó demasiado conectarme. Tal vez haya sido el entusiasmo o la curiosidad, pero creo que en los primeros sueños ya se empezaron a dibujar algunos árboles, luego la vegetación tupida, y otra vez estaba caminando en aquella selva. Los encontré rápidamente, reunidos en asamblea, como me había anticipado Jaime.
-Parece que llego un poquito tarde –Les dije
-No mucho, ponete cómodo nomás -me respondió el flaco que estaba hablando
-…..como les decía sería bueno esto de contar como vino cada uno, los palos que tuvo que soportar hasta llegar acá, no sé….¿querés arrancar vos Rosendo? –Dijo el flaco
-No hay problema…..que les puedo contar…….soy un tipo que habla poco, cuando estoy despierto no hablo…
-Bueno –interrumpió el tipo que estaba sentado al lado de Rosendo- algo debés decir
-No, nada, no hablo, hace dos años que no pronuncio una palabra. Estoy convencido de que en el lenguaje se esconde una gran mentira, las palabras tergiversan el sentido, lo que queremos realmente decir, ¡¡matan la expresión, prefiero no mencionarlas!!
-¿Y cómo te comunicás?
-Con gruñidos, sonidos primitivos, instrumentos que fabrico. O a veces con el arte: bailando una danza, pintando, etc……
-Pero….
-No….les ruego, no me interrumpan, hace dos años que no hablo y hoy tengo ganas de hablar. Les sigo contando….el problema es que son pocos los que me siguen en mi teoría. Son sólo seis o siete. Nos juntamos en una plaza, y ahí nos comunicamos. La policía se acerca, nos ve como sospechosos, nos interroga. Nosotros le respondemos tocando nuestros instrumentos, o bailando nuestras danzas primitivas. Nos llevan automáticamente a la comisaría. Allí nos sigue interrogando, nos golpean, quieren datos, averiguación de antecedentes, nos dicen. Pero nosotros no respondemos. Terminamos golpeados, desfigurados por los golpes, pero no nos sacan una palabra. Solo acá en la selva hablo, no sé por qué, pero acá las palabras me salen solas. En síntesis, me trajeron los palos de la cana. Con los muchachos estamos averiados, el otro día mi compañero le llegó a decir “basta, no me pegue más” a un cana, eso es terrible, uno de nosotros ha claudicado.
Después de que habló Rosendo, el flaco que coordinaba me miró a mí. Era mi turno y lo aproveché:
-Yo soy Arturo, y estoy desocupado después de haber laburado veinte años para la misma empresa, ahora me dice que no le sirvo. Entre en crisis hace unos meses, porque la empresa me presionaba para que aumentara las ventas, yo ya no podía más. Mi aspecto desmejoraba poco a poco. Mis compañeros se quejaban de los olores que provenían de mi escritorio. El jefe me llamó un día y me interrogó. Me dijo acerca de las quejas de mis compañeros, yo le contesté que debía haber un error, que seguramente el olor provenía del frigorífico SUIF. Mi Jefe después de la charla me mandó al Programa de fortalecimiento de la conducta. Es para la gente que se quiebra, que ya no aguanta las presiones de la empresa y se quiebra…….
-Yo conozco el programa, a mí me mandó mi empresa –dijo el tipo que estaba enfrente mío
-Contá vos entonces, porque a mí me trae malos recuerdos.
-Si es muy duro. A mí me pasaba a buscar todos los días por mi casa el tutor de la empresa, a cualquier hora. Me hacía hacer todo tipo de trabajo, de mucha entrega, me decía él. Un día me pasó a buscar a las doce de la noche. Me llevó a un pub que me parece que era de la empresa. Todas minas producidas como si las hubiese producido el jefe. “Te quebraste porque no podías conquistar a los clientes, hoy vas a ensayar con una mina”, me dijo. A la mina me la señaló él, y cuando pusieron la música que mi tutor estaba esperando tuve que ir a encararla. Seguí los pasos que me indicó el tutor. Bailaba la música tecno como un robot, cuando la mina quería un trago se lo iba a buscar y se lo pagaba. En el motel me comporté como un caballero. Me dijo que me desvista: me saqué el calzoncillo; me dijo que me agache y me agaché. De repente, sentí que un objeto extraño se introducía en mi culo. Pegué un alarido, me di vuelta, y observé como el dedo de la mina estaba incrustado en mi trasero. ¿Perra de mierda, Qué hiciste?, le dije. Calladito, me respondió, todavía no pasaste el examen. Me mataste hija de puta!!, continué, con una lágrima en los ojos. Perdón, me respondió, me olvidé de lubricarme el dedo, la próxima prometo ser más cuidadosa.
Cuando salí del motel, me encontré a mi tutor. Me cago en vos y en la empresa, le dije. Momentito, esto es por tu bien, tenés que aprender a hacer sacrificios, me respondió. Toda conquista conlleva un sacrifico…. !!
Así funciona el “Programa de fortalecimiento….” –siguió el tipo, desahuciado por su relato. Es como si la empresa te metiera el dedo en el orto.
La asamblea nos dejó a todos indignados. La sociedad nos estaba maltratando. Los Dioses no estaban de nuestro lado. Eramos un puñado de fracasados señalados con el dedo. Teníamos que hacer algo. Aunque solo sea molestar, como moscardones en verano. Ser el sorete que pisa el gordo que camina descalzo.
-Es hora de pasar a la acción -Dijo Jaime en una asamblea que quedó por siempre en nuestras memorias.
-Todavía somos pocos –Contesté yo un poco escéptico.-No te creas, me están llegando mensajes todos los días, otros focos se están armando.
Lo que decía Jaime era cierto, otros grupos llegaban a la selva todos los días. Nos reproducíamos como cucarachas.
-Cuál es la idea? ¡No tenemos una propuesta !
-Fastidiar, me respondió.
Una vez que supimos que nuestro objetivo era fastidiar, tuvimos que resolver la forma de hacerlo. Al principio estuvimos un poco desorientados. Caminábamos por las calles solos o en grupos, mirábamos la gente reunida, festejando en familia, o dando sus paseos dominicales, y no sabíamos cómo inflingirles un daño que nos reportara placer a nosotros. Con el tiempo fuimos adquiriendo conciencia de nuestras potencialidades.
-Es que estamos soñando, no nos olvidemos –dijo Jaime una noche – y el inconsciente está a flor de piel, nos sentimos más creativos, todos lo que estamos descubriendo es por eso.
Se refería a nuestros últimos descubrimientos, con los cuales estábamos sorprendidos. La bomba de olor fue uno de ellos. Se trata de un mecanismo explosivo, activado a control remoto, que constaba de una botella de vidrio, la cuál comprimía pedos de alta pestilencia. La utilidad de la bomba de olor era diversa: genera hemorragias nasales en el blanco de combate, intoxicación, o daños físicos al incrustarse los vidrios en el cuerpo de la víctima.
Teníamos resentimiento y teníamos la bomba de olor. Esa combinación fue explosiva. Me acuerdo la primera experiencia con la bombucha. Me levante excitado esa mañana, con la orden de pasar por lo de Rosendo que tenía el material en su casa. Hicimos tiempo hasta la tarde. A las ocho fuimos para el Rock And Feller Center. Todavía había poca gente. Rosendo cargaba con la botella en su mochila. Nos sentamos. Rosendo dejó la mochila colgada en la silla para no generar sospechas, pero yo estaba de frente así es que la tenía controlada. Cuando la confitería se empezó a llenar Rosendo agarró la mochila. Al rato preparó el control y la dejó debajo de la mesa. Ya habíamos pagado, así es que fuimos enfilando para fuera.
Cuando estábamos cerca de la puerta Rosendo me dio la gentileza: Tomá, me dijo, date el gusto. Y apreté el botón. No hizo demasiado ruido, apenas una explosión que solo provocó heridas de gravedad a unos pocos. Pero en cuestión de segundos la confitería estaba inundada de un olor nauseabundo. No se podía respirar. La gente se tapaba los ojos, no podía ver, la vista se le nublaba. La confitería se vació en pocos minutos, no quedó ni el encargado. Cuando todos estaban afuera, sin poder ver todavía por las lesiones oculares provocadas por los gases, Rosendo sacó de su mochila la mecha. La encendió, se acercó a una de las ventanas que había quedado abierta y la arrojó. Los bomberos tardaron en llegar. Fue por negligencia de ellos que murieron algunos mozos y la gente que no alcanzó a salir. Con Rosendo lamentamos las vidas que costó el atentado. Incluso hemos llegado a escribirle cartas a los familiares solidarizádonos con su dolor.
Rosendo estuvo dos días sin dormir después de aquellos hechos, yo no podía tragar la comida –Jaime me preparaba papilla en la selva para que pudiera tragarla, o tomaba mucho licuado de banana-Igualmente el enfrentamiento fue recrudeciendo. La gente se sintió agredida y la policía empezó a investigar de donde provenían los atentados. A la policía le costaba mucho dar con nosotros, porque pocas veces nos agrupábamos estando despiertos; solo lo hacíamos cuando nos conectábamos en los sueños. En ese momento, nuestro potencial creativo, se encontraba en su máxima expresión, y pergeñábamos planes y fórmulas que resultaban letales para nuestro blanco.
Fueron muchos los meses que pasaron sin que la cana tuviera datos certeros acerca de nuestra procedencia. Llegó un momento en el que la gente se empezó a desesperar. El ciudadano medio pedía a los gobernantes “cazarnos” como ratones. Nosotros nos multiplicábamos e insistíamos en fastidiar sin proponer nada a cambio. Desde los medios de comunicación, había periodistas que invitaban a mear en la sopa del rey y a masturbarse como perros en los lugares públicos: estábamos infiltrados en todos lados. Hace un par de meses uno de los nuestros dijo algo de la selva por un medio radial. No sé como pero muchos fueron entendiendo de que nos conectamos en los sueños. La cana empezó a investigar por ese lado. Intentó conectarse con la selva con la expectativa de descubrir los secretos de nuestra organización.
El comisario Gómez era el más convencido respecto de esa teoría. Él les aseguraba a sus compañeros que así nos atraparían. Una noche se durmió y comenzó a soñar, tuvo sueños siniestros, de tortura y autoflagelación. Todo el inconsciente reprimido le afloraba en el sueño. Otra noche soñó que estaba disfrazado de mujer, y que su padre lo dejaba embarazado. No pudo aguantar tanta perversión y entonces soñó que hablaba con Dios, suplicándole de rodillas que le permitiera dar con la selva y con nosotros. Él a cambio se entregaría a su voluntad y a sus deseos. El Dios que estaba soñando Gómez era un Dios de carne y hueso, pero sobre todo de carne; vio a Gómez dispuesto a entregarse a su deseo y se abalanzó sobre él y se lo cogió. Indudablemente Gómez no tenía suerte para soñar. Pero el tema era que así como Dios es Dios, su pija es también la de un Dios. Solo Gómez sabe como sufrió aquella violación.
Cuando se despertó le dolía el ano, los intestinos y la boca del estómago. Y así como cuando en otras ocasiones, cuando soñaba con mujeres, se levantaba todo acabado, esta vez se levantó con el culo ensangrentado. La sangre le caía a chorros. Tenía que ir a trabajar y era un obsesivo del trabajo. No quería faltar, pero el culo le sangraba a borbotones y no sabía como parar la hemorragia. Tuvo que ponerse pañales descartables para disimular la sangre. Cuando hizo un par de cuadras, se dio cuenta que la sangre seguía chorreando igual y el pantalón estaba manchado. Cualquiera lo podía ver. Desesperado optó por taparse el culo con el diario que llevaba con él. Caminó unos pasos y tomó el colectivo. Cuando llegó a la comisaría se sentó rápidamente frente a su máquina de escribir. Nadie debía descubrirlo. Lo primero que le llamó la atención fue que nadie lo saludó con demasiada simpatía. Al igual que él todos estaban sentados sin querer moverse. Los rostros de sus compañeros lucían pálidos, como si vinieran de una gran derrota.
No habían tenido una buena noche, no. Maldito comisario Gómez. Me cago en su estrategia y en los sueños, pensó el suboficial Astrada.Pero no fue solo la policía la que siguió la estrategia del comisario Gómez. Muchos quisieron atraparnos en nuestros sueños y terminaron como el comisario. Es así como de apoco se reactivó la industria de pañales descartables en nuestro país. Pero nuestro bastión fue básicamente Rosario. Ahí decidimos meter todas las fichas.
Una vez que los políticos, los empresarios, los curas, los policías, los militares, y otros sectores de poder terminaron en el pañal descartable, a nosotros nos quedó la vía libre para tomar el concejo deliberante y la municipalidad. Elegimos concejales y un cuerpo colegiado compuesto de tres miembros para la intendencia. Pero el poder real de decisión no está ni en el intendente ni en el concejo, sino en una asamblea que se reúne en la selva.
Alguien me puede decir que eso no es democrático, porque no es justo que un grupo de soñadores decida por todos Rosarinos. Es que nosotros estamos más allá de esos debates nimios. Nuestro objetivo es poder seguir soñando, y sobre todo MOLESTAR, es eso, lo que mejor sabemos hacer. Si esta historia sirvió para eso, para que alguien se acuerde que tiene un soñador adentro y puede aprender a molestar , recuerde que puede conectarse con nosotros en sus sueños. Solo basta relajarse un poco, dejarse llevar por las emociones, pensar en esa selva llena de vida, de encuentro y conspiración y ahí lo estaremos esperando. Hasta ese momento.
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