Se siente,
se percibe en el aire,
los átomos bailan,
juegan.
El universo
aniquila al azar
y mueve sus partículas
como una coreografía interminable,
como un engrane ensordecedor.
La suerte se reduce
y agoniza como un invento
de nosotros, los mortales,
para explicar lo inexplicable.
Infinitas miradas cruzan sin verse
y en cada desencuentro muere
una brusca historia de amor.
Pero
en el lugar indicado y
en el instante perfecto:
nos vimos.