La natural sofocación de aquel que respiró profundo y llenó su pecho de ambiciones que no son dadas a la satisfacción práctica de los hechos, y sí encuentran alivio en otros páramos, dónde esa seca sed se vuelve un impulso, y acaso en ese lugar pueda aspirar a una salvación que, de todas formas, no deja de ser una maniática ilusión.
Eres un péndulo desolado que llegó al confín del tiempo, y se detuvo.
No te salvará el amor, no te salvará nadie, ni tus padres.
Nace del socavado sufrimiento, la depresión, y un paralelo urde la antinomia de la vida, con una línea hueca que mide y hunde, en el abismo, tu conciencia.
El dolor, el tiempo, ni la cura los tersa con ternura…
gime un pájaro.
Se carcome, orlada de sol y sombra, una piedra,
se desasna el triste árbol,
se destruye el huevo y divide el lazo.
Posó el desánimo,
el irremisible abatimiento en el barranco,
abrazó tu ser postrado.