Micro líneas II

Hay quien pensó la libertad como el supremo ejercicio de la conciencia; otro la ideó según las potencias de los cuerpos, o un cierto grado de estupor en las vísceras o una tensión espontánea e incitante de los músculos; también la creyeron registro de un designio precedente, de una mano maestra comprensiva. Un tercero, finalmente, pudo considerarla sólo como la soberanía de las expresiones que albergan las vidas, o en la suerte, por qué no, de un texto.

El Corán y el Termotanque – Página 79 – Espacio de Literatura y Artes